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TE PUEDE SALVAR LA VIDA

El secreto del boli BIC: la razón por la que sus tapas tienen un agujero arriba

Puede que en alguna ocasión te hayas preguntado el porqué de ese círculo en su capuchón. Sus diseñadores pensaron que era buena idea que no murieses ahogado

De no ser por el agujero, he aquí todo un conjunto de posibles armas letales. Wikipedia

Los has usado durante toda tu infancia y años de estudiante y te encantaba usarlos como cerbatanas, ponerte sus tapas como si fuesen uñas de bruja –va, no lo niegues, y seguro que también lo hacías con las pegatinas de las mandarinas– e incluso puede que estés entre ese gran conjunto de la sociedad que adoraba mordisquear el extremo hasta deformar el cono.

Y cómo no, has rebobinado decenas de miles de cassettes con su ayuda (y si no, te habrán contado que aquello ocurría en un pasado no tan lejano, amigos).

Quizás seas de esa generación que todavía se pregunta si era mejor decantarse por el BIC naranja que “escribe fino” o por el BIC cristal que “escribe normal” (siendo siempre consciente de que la diferencia en el trazado apenas era perceptible para el ojo humano) o simplemente los hayas tenido a tu alrededor toda la vida –sí, menos en el momento preciso en el que necesitas uno para apuntar algo– pero no recuerdes aquella sintonía tan melódica.

Lo que seguro que sabes es que si hay algo que caracteriza a estos bolígrafos es su capuchón en forma de cono, y especialmente el agujerito que está en la punta del mismo.

Pues deja de pensar que se debe una decisión arbitraria del fabricante porque tiene un sentido claro: salvarte la vida.

Respira: estás a salvo

Son muchos los que adoran rechupetear y mordisquear las tapas de los bolis. Momento clave en el que puede mascarse la tragedia –nunca mejor dicho– si terminas tragártelo. De no existir el agujero, éste podría obstruirte la tráquea y cabe la posibilidad de que mueras ahogado. Gracias a ese orificio, queda abierta una vía respiratoria que podría evitar que mueras.

Fue en 1991 cuando la marca francesa BIC comenzó a poner estos agujeritos en los capuchones de su amplia gama de colores estilográficos con el objetivo de erradicar estos accidentes en las aulas. Y la idea fue tan brillante que poco a poco fueron copiándoles todas las marcas de bolígrafos y plumas.

En nuestro país, existe una norma del año 1998 en la que se hace una “recomendación” a los fabricantes de bolígrafos “para que sus tapones dispongan de uno de estos dos sistemas de seguridad: el agujero o la lengüeta”. BIC ya lo tenía, pero el resto tuvieron que seguir sus pasos para no resultar peligrosos para los niños. Imposición que, finalmente, se exigió por parte de la Dirección General de la Generalitat de Cataluña en el año 2003 tras el fallecimiento de un niño de 10 años que se tragó una tapa (obviamente, no de BIC).

Lamentablemente, no fue el único. La mayoría de los accidentes por atragantamiento se producen en niños de 6 a 15 años. Y no son casos marginales. En Reino Unido sólo entre 2000 y 2010 se registraron más de 10.000 casos de personas que se tragaron partes de bolígrafos o lápices.

Así, BIC puede colgarse la medalla de oro por este invento con revolucionario diseño que podría estar salvando miles de vidas.