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UNO DE ELLOS NUNCA ENCONTRÓ LA PIEZA

Seis pediatras se han tragado figuritas de Lego para ver qué les sucede a los niños

El objetivo era aportar información a la literatura médica, que apenas ha hecho investigaciones sobre la ingesta de juguetes en niños y adultos. Los médicos apuntaros que las formas redondas de las cabezas pueden ayudar a que no haya problemas de salud.

No repitan este experimento en casa Visualhunt

Ingerir una pieza de Lego, la decana marca de juguetes, para saber lo que experimentan los niños que acuden a urgencias por el mismo problema. Es lo que hicieron un grupo de médicos de Australia y Reino Unido para luego investigar los resultados. El estudio acaba de salir publicado en el ‘Journal of Paediatrics and Child Health’. Y podemos respirar tranquilos: no parece que vaya a haber grandes problemas.

Para llevar a cabo este experimento, los médicos participantes se comieron sendas cabezas de figuritas de Lego un día por la mañana temprano y escudriñaron todos los excrementos que hicieron hasta que expulsaron la pieza. Tres días antes de ello, escribieron un diario detallado sobre la dureza y frecuecia con la que iban al baño. Una vez tragada, anotaron todos sus movimientos intestinales. Cuando la pieza salió, tuvieron libertad en el método para extraerla de las heces: palillos, tenedores…

Como curiosidad, de los seis médicos que participaron, una obtuvo la cabeza casi un día y medio después de comérsela, tras defecar dos veces. Dos participantes lo hicieron en una sola deposición, cuando habían pasado entre 27 y 32 horas. Otros dos la obtuvieron en tres evacuaciones… y la última persona nunca la encontró: estuvo escarbando entre sus deshechos durante dos semanas. En una entrevista, no descartaron que aparezca durante una colonoscopia.

Tessa Davis, especialista en emergencia pediátrica en el Royal London Hospital y una de las científicas que se tragó la pieza, explica que a urgencias suelen llegar todos los días niños que han comido pequeños objetos y que apenas hay literatura científica sobre la ingesta de juguetes en ellos y en los adultos.

Los autores concluyeron que, por lo menos para un adulto, ingerir una cabeza de Lego no es preocupante. Sus deposiciones, además, no tuvieron cambios significativos antes y después de tragársela. En su opinión, las formas redondas de la cabeza pudieron ayudar en el paso por el tracto digestivo. Hubiese sido más peligroso hacerlo con piernas u otras pequeñas piezas.