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RELACIÓN ENTRE SOLEDAD E INTESTINO
El microbioma humano está formado por millones de diminutos organismos, desde bacterias a virus, que viven en el tracto digestivo. Hace tiempo que conocemos la existencia de un eje intestino-cerebro, un sistema de comunicación bidireccional que relaciona la función intestinal con los centros emocionales y cognitivos del cerebro.
La interacción entre ambas partes del cuerpo está regulada por la actividad neuronal, las hormonas y el sistema inmune. La alteración de cualquiera de los componentes puede dar lugar a modificaciones en la respuesta de estrés o del comportamiento, así como a cambios emocionales o en habilidades cognitivas como la toma de decisiones.
Diferentes estudios han relacionado la microbiota intestinal con trastornos de la salud mental como la depresión o la esquizofrenia, así como con rasgos psicológicos y de la personalidad. Se ha encontrado una asociación entre estos microorganismos y el comportamiento social: las personas con mayores interacciones sociales tienden a tener una flora bacteriana más diversa.
La soledad y el microbioma
Una investigación reciente ha ahondado también en esta cuestión, esta vez analizando la relación entre la diversidad del microbioma y la sensatez y el sentimiento de soledad. Otros trabajos previos sugieren que las personas más sensatas tienden a sentirse menos solas, y aquellas que experimentan la soledad suelen ser menos sensatas.
Al estudiar la flora bacteriana de distintos voluntarios, los investigadores notaron que los menores niveles de soledad y los factores relacionados con la sensatez estaban asociados con una mayor diversidad de los microorganismos que viven en el intestino.
Si bien no se conocen los mecanismos que asocian la soledad, la compasión y la sensatez con la riqueza y variedad de la flora intestinal, se ha observado que una diversidad reducida está ligada a una peor salud física y mental, y se asocia a un buen número de problemas de salud, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la obesidad y la depresión.
Una microbiota más diversa será menos susceptible a la invasión por parte de patógenos, lo que puede contribuir a promover más resilicencia y estabilidad en la comunidad.
(Fuente imagen: Kindel Media / Pexels)
Según los autores, es posible que la soledad provoque una disminución de la estabilidad del microbioma y, por tanto, una reducción de la resistencia a alteraciones causadas por el estrés. Esto provocaría una cascada de efectos fisiológicos, como la inflamación sistémica.
Esta baja diversidad podría no causar enfermedades directamente, pero sí hace que no sea óptima para evitarlas. Por eso, las personas que se sienten solas podrían ser más susceptibles de sufrir problemas de salud.
La relación entre la soledad y la diversidad microbiana era especialmente acusada en adultos, lo que sugiere que son especialmente vulnerables a las consecuencias en la salud causadas por el aislamiento.
Por otro lado, los investigadores aseguran que el apoyo social, la compasión y la sensatez confieren protección contra inestabilidad de estos microorganismos asociada a la soledad. Una flora intestinal sana y diversa protege de los efectos negativos del estrés crónico.
“La soledad podría causar cambios en el microbioma del intestino o, de forma contraria, alteraciones en el medio intestinal podrían predisponer a las personas a la soledad”, ha señalado Dilip V. Jeste, de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, coautor del estudio.
Más investigaciones para conocer con detalle el funcionamiento del eje intestino-cerebro permitirían desarrollar tratamientos para subsanar las alteraciones en alguno de sus componentes y evitar posibles estragos en el otro.
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