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Aún no se ha encontrado una explicación certera a las insólitas ondas sísmicas
Los sismólogos aseguraron “no haber visto nada igual” cuando, el pasado mes de noviembre, sensores distribuidos por todo el planeta captaban un extraño e intenso terremoto. Aunque las ondas producidas por esta anomalía se propagaron más de 15.000 kilómetros a la redonda, lo cierto es que sus efectos no se notaron sobre la superficie. Nadie, más allá de los geólogos, se enteró de que la Tierra temblaba.
Desde entonces, los expertos analizan los datos recogidos por los instrumentos y tratan de seguir las pistas para descubrir qué desencadenó el misterioso evento, originado a 50 kilómetros de la isla de francesa de Mayotte, situada en el océano Índico entre la costa africana y Madagascar.
Si bien todavía no han conseguido determinar sus causas con total certeza, cada vez están más cerca. El último estudio al respecto, recientemente publicado online, contribuye a confirmar la principal hipótesis que los geólogos manejan: todo apunta a que los movimientos tectónicos y una insólita actividad volcánica ocurrida bajo el grupo de islas que incluye a Mayotte tuvieron la culpa.
Un territorio en movimiento
En mayo del año pasado, los sensores ya habían registrado actividad sísmica inusual bajo el archipiélago de las Comoras. Una cadena de cientos de pequeños pero frecuentes terremotos se sucedieron desde entonces y durante meses a pocos kilómetros de la costa de Mayotte.
El movimiento más intenso (de magnitud 5,8 en la escala de Richter) se detectó el 15 de mayo, pero, a pesar de que las turbulencias perdieron fuerza, el evento de noviembre alcanzó los 5,1 grados de magnitud. Las características de este último eran insólitas: los aparatos registraron una señal de muy baja frecuencia, una vibración sin fluctuaciones que duró unos 20 minutos.
Los primeros análisis de los registros sísmicos, realizados por investigadores de la Escuela Normal Superior de París, revelaron que los temblores no podían deberse únicamente a movimientos tectónicos, por lo que la actividad volcánica de la zona también estaba involucrada.
Esta es la hipótesis que han estudiado los autores del trabajo más reciente y que vincula los temblores a un intenso movimiento de magma bajo el océano Índico. Esto también explicaría por qué Mayotte se mueve: los GPS señalan que se traslada unos 26 mm mensuales hacia el este y que se hunde unos 9 mm por mes.
Los científicos sugieren que la actividad sísmica podría estar relacionada con una erupción, a pesar de que no hay observaciones que lo confirmen. Los cambios experimentados por Mayotte podrían deberse a la salida de material de una cámara magmática subyacente. “Sería la erupción en alta mar de mayor volumen registrada hasta la fecha”, aseguran.
Basándose en los datos recabados durante meses de temblores, creen que la erupción podría haber ocurrido a unos 28 kilómetros bajo la superficie y haber expulsado alrededor de un teralitro de magma. Este no habría llegado al fondo marino, sino que habría fluido hacia los sedimentos, y el gas habría quedado atrapado.
Actualmente, mientras los temblores continúan, los expertos trabajan para trasladar a la zona instrumentos más sofisticados que puedan aportar nuevos datos y ayudarles a resolver definitivamente el misterio. Aún quedan muchas preguntas sin respuesta: ¿por qué se registra esta actividad en las Comoras, cuando las islas de nueva formación de la zona están más al oeste? Y si el magma sigue enterrado, ¿por qué aparecen grupos de peces muertos en el agua?