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PERMITEN QUE NOS ANTICIPEMOS
A veces, los porteros de fútbol parecen tener un sexto sentido que les permite intuir la trayectoria del balón y lanzarse en esa dirección antes de que el otro jugador haya golpeado la bola siquiera. Su secreto no tiene nada que ver con poderes extraordinarios, sino con el funcionamiento de un órgano humano que nos permite adivinar qué va a pasar en el futuro. Al menos hasta cierto punto.
Se trata en realidad de la misma capacidad que utilizan los músicos para anticiparse a las notas de una canción que conocen o que te impulsa a cruzar corriendo cuando percibes que el semáforo va a cambiar a rojo para los peatones.
Esta percepción del tiempo que nos permite reaccionar anticipadamente, sin embargo, no se produce siempre de la misma manera: mientras que en algunos casos se basa en experiencias pasadas, en otros es una cuestión de ritmo. Es como si el cerebro recurriera a dos relojes distintos para hacer vaticinios.
Y según un reciente estudio de la Universidad de California en Berkeley (en Estados Unidos), estos sistemas de predicción biológicos son aún más diferentes de lo que se pensaba. El trabajo, publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, revela que se ubican en dos zonas del cerebro y se activan en función del tipo de tarea que tenemos entre manos.
Una bola de cristal en la cabeza
“Juntos, estos sistemas cerebrales nos permiten no solo existir en el momento presente, sino también anticipar el futuro”, ha explicado el neurocientífico Richard Ivry, coautor de la investigación.
Para saber más sobre esta capacidad de predicción, Ivry y un colega han estudiado cómo varía en personas con párkinson y con degeneración cerebelosa, una enfermedad progresiva que causa la destrucción de neuronas del cerebelo —la parte del cerebro que se encarga de la coordinación muscular y el equilibrio— y la zona donde este conecta con la médula espinal.
Gracias a su investigación, en la que participaron pacientes con ambos trastornos, han confirmado que el cerebro utiliza dos mecanismos diferentes para anticipar el futuro. Además, han logrado relacionar la anticipación fundamentada en el ritmo con los ganglios basales del cerebro (una zona afectada por el párkinson) y aquella que tiene que ver con la experiencia, con el cerebelo.
Por otro lado, sus hallazgos revelan que los fallos en uno de los sistemas no tienen por qué afectar al otro. “Nuestro estudio no solo identifica los contextos donde los pacientes neurológicos encuentran dificultades, sino también aquellos donde no las tienen. Esto sugiere que podríamos modificar su entorno para facilitarles la interacción con el mundo”, ha explicado Assaf Breska, también coautor del trabajo.
Afortunadamente para las personas que presentan estas alteraciones neurológicas, ya existen métodos para mejorar sus capacidades anticipatorias, como los videojuegos y aplicaciones de entrenamiento del cerebro, la estimulación cerebral y las modificaciones estratégicas del entorno.