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ES ALGO PERSONAL E INTRANSFERIBLE
El primer modelo psicopatológico de duelo lo elaboró Sigmund Freud en un libro que ahora cumple un centenario: 'Duelo y melancolía'. En él, el psicoanalista deambulaba alrededor de estos problemas y llegaba a la conclusión que el duelo era una versión pasajera de la "retirada del interés por el mundo exterior" que caracterizaba a la melancolía.
Los detalles, como es tradicional en Freud, son oscuros y no han aguantado demasiado bien el paso del tiempo. Sin embargo, su propuesta de distinguir 'duelo normal' de 'duelo patológico' sí fue recogida por el resto de psicólogos y psiquiatras.
Como cuenta Claudia Hammond, los primeros estudios que van más allá de los límites del psicoanálisis sobre el tema son de John Bowlby y Colin Murray Parkes. Estos investigadores, ya a finales de los años cincuenta, plantearon un proceso de cuatro etapas (entumecimiento, búsqueda y anhelo, la depresión y la reorganización), pero no fue hasta que Elisabeth Kübler-Ross publicó su famoso modelo pentafactorial que despegó esta forma de entender el duelo.
En 1973, su libro 'On Death and Dying' se convirtió en casi un 'best seller' y la "negación, ira, negociación, depresión y aceptación" entraron a formar parte de la cultura popular. El problema -pequeño, minúsculo, insignificante- es que el modelo no tiene ni pies ni cabeza. Hablando en términos científicos, claro.
Cabe decir que en un principio Kübler-Ross planteó el modelo para entender la experiencia de la propia muerte (la psicóloga suiza, al fin y al cabo, era una gran experta en personas moribundas y cuidados paliativos). Pero la ciencia, como la literatura, deja de pertenecer al autor en cuanto se publica y rápidamente el modelo empezó a usarse para el resto de los procesos emocionales.
Según el modelo Kübler-Ross, el proceso debería dibujar una curva de cambio con una forma concreta (la denominada 'w' porque la intensidad esperada de la respuesta emocional en cada fase tendría esa forma):
Pero en 2004 Toni Bisconti y su equipo decidieron investigar sobre el tema y, tras analizar durante meses el estado emocional de personas en proceso de duelo, llegaron a conclusiones totalmente distintas:
El estudio de Bisconti no sólo ponía en duda el orden de las emociones, sino que además cuestionaba -como se puede apreciar en la gráfica- la intensidad de las mismas. De hecho, otro estudio, esta vez de la Universidad de Columbia, indica que hasta el 45% de las parejas mayores no experimentaban distrés severo en ningún momento.
La investigación va, poco a poco, teniendo claro que el duelo es un proceso normal -es decir, que ocurre en todos los seres humanos al sufrir una pérdida-, además de dinámico, social, íntimo y activo. En el fondo, los estudios sobre el duelo están convergiendo en una idea sencilla: las relaciones personales ayudan a regular los altibajos emocionales. Son como los vientos de una tienda de campaña en mitad de la montaña: ante una pérdida, se une una experiencia emocional muy negativa con los problemas de lógicos de regulación vinculados a la desaparición de dicha relación.
Por eso es un modelo que puede ser hasta perjudicial. De hecho, Stroebe, Schut y Boerner han estudiado el tema y han llegado a esta misma conclusión. En general, es un modelo que sobresimplifica el proceso, lo convierte en algo pasivo, niega las diferencias culturales y olvida la importancia del contexto personal.
Como decía Ruth Davis Konigsberg, autora de 'La verdad sobre el duelo', considerar el modelo Kübler-Ross como estándar “es tranquilizador para las personas que sufren algunas de estas emociones, pero estigmatiza a aquellas que no lo hacen porque pueden sentir que están sufriendo incorrectamente, o que algo funcional mal en su interior”.