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TOMA PAN Y MOJA

El truco definitivo para hacer comestible una barra de pan duro

Deja de guardar el pan duro para las palomas y descubre cómo conseguir que vuelva a estar crujiente y blandito días después de haberlo comprado.

Quedará tan jugoso y crujiente que va a parecer que tienes un horno de leña en casa. Pixabay

Vale, si te gusta preparar las migas, hacer picatostes, dar de comer a las palomas o hacerte con un arsenal de bates caseros como armas de protección personal, puede ser buena idea que guardes todas esas barras de pan que llevan días quedándose como piedras en tu cocina. Pero si lo que te gusta es disfrutar del pan y comerlo con tus platos preferidos, quizás deberías aprender a conservarlo para que no pierda sus propiedades de un día para otro y se mantenga crujiente y sabroso.

No eres el único al que le ocurre: te compras toda una barra pan y al final del día sólo has consumido un pequeño mendrugo para acompañar tu comida. Veinticuatro horas después tienes ante ti una roca de color marrón crema que, a lo sumo, puedes rayar para empanarte un filete.

No desesperes; tenemos buenas noticias para los amantes del pan cansados de tirar dinero en barras, hogazas y molletes que no han conseguido terminarse. En realidad, no hace falta que lo tires a la basura si aprendes a conservarlo antes de que se quede duro como una piedra.

Así puedes revivir el pan para que vuelva a estar comestible:

1. Abre el grifo y moja el pan: ¿Qué? Sí, puede sonar asquerosilla la idea de empapar tu deliciosa barra de pan, pero recuerda que de no hacerlo irá directa a la basura. Abre el grifo y deja que le caiga el chorro encima de la corteza hasta que la masa quede ligeramente húmeda tratando de evitar que la zona cortada -por la que extrajiste aquel mendrugo- no se moje demasiado o empezará a desmenuzarse en tus manos.

2. Hornéalo: Calienta el horno a unos 150 grados centígrados e introduce el pan pasado por agua en la bandeja. Con que esté entre 6 y 12 minutos -dependiendo de lo mojada que esté- será más que suficiente para darle una nueva, crujiente y deliciosa vida a tu barra.

Y esto, ¿por qué funciona?

Este proceso que parece sacado de la manga tiene su base científica. Cuando mojamos la superficie de una barra de pan visiblemente dura y la metemos en el horno, el agua de la corteza se evapora gracias al calor y se rehidrata el interior del pan volviendo a estar esponjoso y mullidito como recién comprado.

Si no te fías de los tiempos que te hemos dado déjate guiar por el olor a pan recién horneado y sácalo cuando veas que esté en su punto -esto es ni muy quemado por fuera ni aun rezumando agua- y podrás mojar en tus salsas o hacerte un bocadillo de media mañana con ese trozo de pan al que habías sentenciado de roca incomible.

Otros trucos de andar por casa para mantener el pan en buenas condiciones y que no se convierta ni en una piedra ni en un chicle blandengue pasan por congelarlo -ya sea en barras enteras o trozos-, pero siempre en una bolsa de plástico hermética, y descongelarlo a temperatura ambiental con tiempo suficiente (ojo si optas por la vía rápida del microondas ya que en pocos segundos puede abrasarse). También sirve introducir en la bolsa del pan una rama de apio o un trozo de patata para conservar y rehidratar tanto la corteza como la masa interior.

Eso sí, nunca metas el pan en la nevera porque el frescor sólo sirve para acelerar su descomposición y facilitar la aparición de moho. Procura mantenerlo siempre a temperatura ambiente, y mejor en una panera de madera o bolsa de tela o que en una de plástico.