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ALIENTO FÉTIDO
Déjate de chicles y aléjate del cepillo de dientes. Si quieres evitar la peste radical de tu aliento cuando comes ajo la solución está en la menta, la lechuga o manzana. Así funciona.
¿Estás tiritando de frío y has decidido meterte una sopa de ajo entre pecho y espalda? ¿No has podido resistir la tentación de pedirte unas patatas 'bravioli' en el bar de abajo? ¿Te ha apetecido hacerte un gazpachito y eres de los que le pones bien -pero bien- de ajo? Estamos muy a favor del uso de este clásico ingrediente dentro la gastronomía española, pero... ¿has pensado en lo que le va a pasar a tu aliento después de la comida?
Es posible que conozcas los efectos beneficiosos de incluir el Allium Sativum en tu dieta: es digestivo, favorece la circulación sanguínea y es un excelente diurético, entre otros. Pero lo que seguro que has sufrido (¡y de qué manera!) es su principal inconveniente: el mal aliento que te deja en la boca y que además dura exactamente el mismo tiempo que se le presupone al olor de tu desodorante en tu axila. Es decir, todo el día.
Tranquilo: los científicos están en todo y también han pensado en tu halitosis pasajera. Han investigado y sacado a la luz un pequeño truquillo que puede ayudarte a no acabar asqueando a tu pareja cuando le pidas un acercamiento bucal amoroso después de un platazo de ajoarriero. Toma nota.
Olvídate del chicle: la fresca solución natural
Dos investigadoras de la Universidad de Ohio han dado con un método para quitarte el mal aliento mejor y más rápido que comiendo chicle o echándote a la boca una pastillita de esas mentoladas. Han comprobado que si masticas hierbabuena, manzana o lechuga, el olor de tu aliento a ajo puede anularse.
La prueba la hicieron con un grupo de personas al que hicieron mascar dientes de ajo durante 25 segundos. Acto seguido, les dieron a consumir agua, manzana, lechuga, hojas de menta o té verde. El té verde, directamente, no sirvió de nada. La manzana y la lechuga disminuyeron de manera eficaz la concentración de compuestos de ajo en el hálito de las personas durante 30 minutos. Pero sin duda, el mayor desodorante bucal de todos fue la hierbabuena o la menta masticada: es, además de lo que mejor pega con tu mojito, la mejor arma contra los volátiles del ajo.
Es normal que tu instinto te lleve a lavarte los dientes para evitarlo, pero con eso sólo conseguirás eliminar los trocitos de ajo que te quedan de “paluegos”. De otro modo, según la doctora Barringer, principal autora del estudio, si durante la comida o inmediatamente después comes menta, manzana o lechuga, podrás neutralizar los compuestos malolientes de nuestro amigo el ajo.
Así que ya sabes: la próxima vez, prueba con estos tres productos en tus comidas con ajo. Eso, claro está, si no quieres que te cante el pozo y ahuyentar a los vampiros de Crepúsculo nada más hablarles. De haber sabido todo esto quizás Victoria Beckham no hubiera salido espantada de éste nuestro país que, aseguraba la británica, huele a ajo.
Pero, ¿por qué el ajo provoca mal aliento?
Algo que te lo habrás preguntado en más de una ocasión, tiene un culpable directo: la alicina. Y no nos referimos al diminutivo que le pusisteis a tu prima la del pueblo. La alicina es un compuesto presente en el ajo que cuando masticamos (o incluso troceamos con un cuchillo o un mortero), libera el característico olor de esta planta, que en realidad es glucósido de azufre. Suena mal, y huele peor.
Pongámonos en modo 'Érase una vez la vida' y visualicemos. Los compuestos aromáticos del ajo no se quedan sólo en tu boca, sino que se van de viaje hasta tu intestino, de ahí pasan a tu torrente sanguíneo y, por extensión, a los pulmones. Efectivamente, una vez que el hedor está ahí, en tus vías respiratorias, puede buscarte un problema si después del gazpacho pretendías cortejar a medio bar…
Probablemente te toparás con el resultado inverso, pero ahora que sabes cómo aplacar el fétido aroma: ponle remedio a tiempo.