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LLEVAMOS CUATRO DÉCADAS DICIÉNDOLO INCORRECTAMENTE

Usamos mal la Escala de Richter para medir la magnitud de los terremotos

Cada vez que tiene lugar algún movimiento sísmico es habitual utilizar la coletilla ‘en la Escala de Richter’ para indicar la magnitud del mismo, pero en realidad está determinado desde 1979 que esta escala no debe ser utilizada para seísmos superiores a 6,9 grados.

Ciudad de México envuelta en el caosEFE

Hasta el último cuarto del siglo XIX fue prácticamente imposible conocer con exactitud cuál había la magnitud de cualquier seísmo que se había producido hasta entonces, siendo aproximados los cálculos que determinaban cómo de violentos habían sido los acontecidos en siglos atrás. Fueron dos sismólogos, el italiano Michele Stefano de Rossi y el suizo François-Alphonse Forel, quienes desarrollaron el primer sistema de medición sísmica y que pasó a ser conocida posteriormente como 'escala de Rossi-Forel'.

Ambos habían trabajado, por separado, en diferentes proyectos para examinar las violentas sacudidas producidas en el manto terrestre. En 1870 casualmente se dieron cuenta que estaban desarrollando un trabajo muy similar y decidieron aunar esfuerzos y trabajar conjuntamente.

Dicha escala medía los terremotos en diez grados pero no lo hacía por la magnitud de éstos sino por su intensidad y los destrozos que producía: desde un temblor microsismico -grado I-, pasando por un 'temblor leve', detectado por personas en movimiento -grado IV- o el que producía grandes destrozos, como fisuras en el suelo y derrumbe de edificios, llamado 'temblor de intensidad extremadamente alta' y catalogado como grado X.

Pero la escala de Rossi-Forel apenas duró un corto espacio de tiempo debido a que el sacerdote y vulcanólogo italiano Giuseppe Mercalli introdujo importantes cambios a la misma en 1884, consiguiendo que poco después fuese conocido este medidor como la 'escala Mercalli'.

Pero el sistema de medición de Mercalli también fue modificado por otros. En 1902 el físico italiano Adolfo Cancani amplió la escala de 10 a 12 grados de intensidad, siendo la catalogado como 'catastrófico' el grado XII.

Lo propuesto por Cancani también fue corregida, esta vez por el geofísico alemán August Heinrich Sieberg, pasándose a llamar 'escala Mercalli-Cancani-Sieberg' o, por sus siglas, MCS.

Pero aquí no acaba la cosa: recién estrenada la década de 1930 los sismólogos estadounidenses Harry Oscar Wood y Frank Neumann desecharon el trabajo realizado por Cancani y Sieberg y realizaron su propia escala –también de doce grados y basada en la de Mercalli- rebautizándola como 'escala Mercalli-Wood-Neumann'.

Pero el momento de gloria de Wood y Neumann -adivinen- duró relativamente poco tiempo... Su propuesta, como la de todos los anteriores, se centraba en la intensidad, y por eso era constantemente revisable.

No es la intensidad, sino la magnitud

El 1935 el sismólogo estadounidense Charles Francis Richter creó una escala -la famosa 'escala de Richter'- que cambió los parámetros y modernizó la forma de medir los seísmos. De hecho Richter logró desarrollarla gracias a la colaboración de un alemán afincado en California llamado Beno Gutenberg, quien no apareció finalmente en la denominación del medidor de sismos.

Hasta entonces, los medidores se seísmo habían servido para calcular la intensidad de los mismos, pero no su magnitud. La escala desarrollada por Richter y Gutenberg sí lo hacía pero sólo para aquellos terremotos que se produjeran no más allá de 400 kilómetros de distancia de un sismógrafo, de ahí que la forma correcta de denominarla fuese 'escala de magnitud local Richter'.

Debido a ello, todo aquel seísmo que superaba los 6.9 grados era calculado arbitrariamente, motivo por el que cuarenta años después se trabajase para buscar una escala capaz de medir la magnitud de un terremoto y la energía total liberada por éste.

Eso se logró hacia finales de la década de 1970, cuando el estadounidense Thomas C. Hanks y el japonés Hiroo Kanamor dieron con la 'escala sismológica de magnitud de momento', siendo utilizada desde 1979 por la inmensa mayoría de organizaciones sismológicas –con algún caso excepcional como el de Filipinas que curiosamente sigue usando la anticuada escala de Rossi-Forel-.

Desde entonces, cada vez que se produce un seismo, se aconseja usar la nomenclatura 'terremoto de magnitud de momento X' (siendo X el número que corresponde a la magnitud), sobre todo a partir de 7.0. Si un movimiento sísmico es menor a este valor las escalas de magnitud de momento y magnitud de Richter son prácticamente idénticas –con muy pocas variaciones- pero aun así es preferible unificar criterios y utilizar únicamente -sea cual fuese su magnitud- la escala de medida establecida desde 1979.

Por cierto, la escala es logarítmica, de forma que entre un grado y otro, aunque la variación numérica sea poca, implica un enorme salto de intensidad: Así, un terremoto de magnitud Richter 4 tendría una equivalencia de energía de seis toneladas -como una pequeña bomba atómica-, uno de magnitud 5 -como el de Lorca- saltaría hasta las 199 toneladas y uno de 6 llegaría a las 1.270.

A pesar de todo ello, como hemos podido comprobar con cada temblor de tierra, seguimos utilizando mayoritariamente la terminología 'magnitud en la escala de Richter'. Y lo hacemos mal.

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