¿De verdad las preocupaciones hacen que nos salgan canas?

Las dichosas canas suelen comenzar a brotar en pequeños mechones esparcidos por el cuero cabelludo. En la cultura popular, su aparición se asocia a menudo con las preocupaciones. No obstante, aunque la afirmación tiene algo de cierto, es poco probable que tu cabellera se blanquee a causa de tus problemas diarios.

Durante la juventud, el pelo que nace en los folículos pilosos toma una tonalidad que varía entre el marrón, negro, rubio o rojo. Sin embargo, las células que producen los pigmentos que los colorean, los melanocitos, pueden sufrir un proceso de degeneración conocido como estrés oxidativo, que provoca la decoloración del cabello.

El fenómeno se acelera y extiende a medida que envejecemos, cuando los genes que se encargan de proteger a estas células pierden eficacia. Entonces, compuestos oxidativos como el peróxido de hidrógeno se acumulan en los folículos, por lo que los melanocitos se debilitan y dejan de fabricar pigmentos.

“El estrés [emocional] suele causar pérdida de cabello y cambiar el tono, más que provocar la aparición de canas”, explica al respecto la dermatóloga Miri Seiberg a medios estadounidenses. Sin embargo, aunque el estrés emocional no es el mismo que el oxidativo, sufrir el primero intensamente de forma crónica puede acelerar el proceso degenerativo. Pero solo se produce en casos muy extremos: “No nos salen canas cada vez que discutimos con nuestra parejas o hijos”, matiza la experta.

Otras condiciones médicas, factores ambientales y hábitos también pueden facilitar el blanqueo del cabello. Por ejemplo, los fumadores, aquellos que viven en entornos contaminados o quienes sufren problemas de malnutrición tienen más papeletas para ver asomar alguna que otra cana de más en su cabeza.