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EL BIG BANG PODRÍA NO SER EL PRINCIPIO
Emmet Lathrop Brown tenía una obsesión: viajar en el tiempo. Probablemente no te suene mucho el nombre, pero se trata de Doc, el científico de pelo alborotado de la trilogía ‘Regreso al futuro’. No es el único.
La dimensión temporal siempre ha fascinado a físicos de todas las épocas. Aunque muchos, entre ellos Einstein y Newton, han tenido un pequeño problemilla con sus ecuaciones: se cumplen tanto si el tiempo avanza hacia adelante, como si va hacia atrás. Y esto último, como bien saben los fabricantes de cosméticos, no parece posible en la vida real.
Las personas envejecen, no se hacen jóvenes; el universo se expande, no se contrae; las estrellas emiten luz, no la absorben. Desde principios del siglo XIX, los físicos han explicado este progreso como una consecuencia de la tendencia de la materia al equilibrio. Un estado que, paradójicamente, es caótico. Así lo estipula la segunda ley de la termodinámica: en un sistema cerrado (como el universo) la entropía (desorden) solo puede aumentar.
Para que el principio se cumpla, en el comienzo de los tiempos tuvo que reinar un estado alejado completamente del equilibrio. Un universo ordenado e uniforme que, presumiblemente, comenzó a su camino hacia el caos hace casi 14.000 millones de años, con el ‘Big Bang’.
La teoría de la inflación –el modelo estándar que explica la ‘gran explosión’– asegura que enormes fuerzas de antigravedad provocaron la expansión acelerada de las partículas primitivas. Además de otras incertidumbres que aún hacen dudar de su veracidad, esta hipótesis no puede determinar el porqué de ese origen sumamente ordenado.
Un reciente estudio de investigadores ingleses y canadienses propone una alternativa. Los físicos defienden que no hace falta un universo inicial de baja entropía ni una ley de la termodinámica para explicar el inicio del tiempo, sino que su avance viene determinado por la gravedad.
Han simulado informáticamente el comportamiento de mil partículas del universo influenciadas por la gravedad newtoniana y han analizado su evolución midiendo el grado de complejidad -cuanto más juntas estén, menor complejidad-. Los resultados han revelado que cualquier conjunto de partículas tiende a un estado de máxima compresión, que puede asemejarse al anterior al ‘Big Bang’.
Desde este punto, las unidades habrían comenzado a expandirse en ambas direcciones temporales, creando dos líneas de tiempo simétricas y opuestas, cada una avanzando en una dirección contraria a la otra. La gravedad obligaría a estas partículas a formar estructuras complejas (astros y planetas) en ambos extremos y, a partir de ahí, la termodinámica entraría en acción. En resumen, el modelo solo fija un pasado, del que han surgido dos futuros. Un observador solo puede vivir en un extremo y, por tanto, en el pasado de otro mundo.
A la hipótesis todavía está un poco verde: no tiene en cuenta la mecánica cuántica, pero los expertos afirman que si la gravedad marcó el comienzo de la dimensión temporal, se podrían hacer predicciones y encontrar una teoría más plausible que la de la inflación para explicar el universo tal y como lo conocemos.
En un campo de estudio donde casi todo resulta incierto (no pueden hacerse observaciones y mucho menos revivir el ‘Big Bang’) el tiempo continúa siendo el fetiche de los físicos. A Doc no le hubiera gustado mucho el modelo bidireccional: estamos viajando constantemente hacia el pasado, sin necesidad de un DeLorean.