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BIENESTAR PSICOLÓGICO

Vivir a cierta altura puede inducir al suicidio

Según un reciente estudio, la elevada altura y, por tanto, baja saturación de oxígeno en sangre están relacionadas con depresión y trastornos del ánimo hasta el punto de quitarse la vida.

“El Caminante sobre un mar de nubes”, de Friedrich, recoge perfectamente la tesis científica Agencias

Existe una fotografía publicada en la revista LIFE en 1947, que fue catalogada como “El suicidio más hermoso”. La joven Evelyn McHale, de 23 años, había saltado desde una altura de 320 metros en el Empire State Building, y su cuerpo inerte yacía sobre el techo hundido de una limusina de Naciones Unidas que estaba aparcada junto al edificio. El joven estudiante de fotografía Robert Wiles inmortalizó a aquella mujer como una bella durmiente, que se aferraba a su collar y descansaba para siempre con los pies descalzos.

Aunque Evelyn pasó a la historia por esta imagen, en realidad otras 11 personas habían saltado antes que ella desde el mismo edificio, y era la quinta que lo intentaba en el espacio de tres escasas semanas. Se instalaron paneles de protección y se contrató un servicio de seguridad para evitar que siguieran saltando desde aquel mirador, aunque no sirvió de mucho y después saltaron desde otros puntos del Empire State. ¿Qué les motivaba a pagar un tiquet de acceso a las mejores vistas de Nueva York y acabar con su vida? ¿Pudo influir la presión atmosférica de las alturas en su determinación a saltar?

Una reciente investigación publicada en la revista Harvard Review of Psychiatry sugiere la posibilidad de que vivir a cierta altitud esté relacionado con un aumento en los índices de depresión y suicidio. ¿Vivir en un ático podría inducir a este tipo de pensamiento? No. Se trata de hogares mucho más allá que una simple azotea, en altitudes que someten al cuerpo a condiciones que no se repiten a nivel del mar.

Este estudio epidemiológico plantea la teoría de que la “hipoxia hipobárica crónica” -que es un bajo nivel de oxígeno en sangre relacionado con la baja presión atmosférica y disminución del oxígeno inhalado- está directamente relacionada con la depresión e ideas suicidas, porque altera el metabolismo de la serotonina y la bioenergética cerebral.

La investigación analizó esta evidencia a partir de 326 estudios previos que radiografiaron la incidencia del suicidio a lo largo y ancho de Estados Unidos en las últimas décadas. Curiosamente, la tasa se elevaba en estados montañosos como Utah, Wyoming, Montana, Nevada, Idaho o Colorado, con casos de suicidio, depresión y trastornos del ánimo frecuentes a partir de los 1.000 metros sobre el nivel del mar.

No es la primera vez que se plantea esta teoría, ni solo sucede en Estados Unidos. Los científicos mencionan una colección de trabajos que han relacionado claramente esa falta de oxígeno en sangre con problemas psicológicos.

En la investigación “Mortalidad por suicidio en Andalucía”, por ejemplo, publicada en la Revista Española de Salud Pública en 2015, se vuelve a plantear la altitud de determinadas regiones andaluzas como variable. Su conclusión no puede ser más clara: “Existe un claro patrón geográfico en la distribución de la mortalidad por suicidio en Andalucía que permanece estable en el período estudiado. La zona central y las de mayor altitud concentran las tasas de suicidio más altas y se asocian con utilización de antidepresivos y mayor privación material”. Es decir, por motivos neurobiológicos que todavía requieren más investigación, cuanto más arriba estamos… más abajo nos sentimos.