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EL ENGAÑO PERFECTO PARA EXPANDIRSE
La imagen del escarabajo ya gozaba de gran adoración en el antiguo Egipto. El dios Khepri se representaba como un hombre con cabeza de escarabajo, o simplemente con la figura de este insecto empujando el disco solar cada mañana por los cielos, tal y como los escarabajos de verdad con el estiércol.
El escarabajo pelotero muestra más paciencia que el santo Job, junto a una habilidad envidiable para mover varias veces su propio peso. Además, nunca abandona su camino, reorientándose con unos movimientos muy 'bailongos' en lugar de abandonar su duro trabajo.
El problema de ser tan currante viene cuando otro puede aprovecharse de tu buena voluntad, algo que ocurre hasta en las mejores familias. Esto, según una investigación publicada en 'Nature', sucede en Sudáfrica en el caso del escarabajo, y tiene como protagonista a la planta 'Ceratocaryum argenteum'.
La planta en cuestión produce grandes frutos secos, muy similares en apariencia, olor y composición química a los excrementos de los antílopes. Tanto que los escarabajos los hacen rodar, ayudando involuntariamente a sembrar una nueva generación. El sistema de estas últimas podría ser pura evolución para reproducirse y sobrevivir, pero los científicos lo han calificado de 'muy desarrollado' para ser solo eso.
Ya se habían documentado casos 'accidentales' en los que las semillas de algunas plantas acababan entre los excrementos transportados por los escarabajos. Pero esta es la primera ocasión en el que estos ayudan a transportar su fruto directamente.
Jeremy Midgley, autor principal del estudio, cuenta en New Yorker que en un primer lugar se interesó por el tamaño de los frutos de la 'Ceratocaryum argenteum' pensando que podrían ser atractivos para los roedores a pesar de su olor desagradable (para la pituitaria humana, claro). Con cámaras sensibles al movimiento registraron dos centenares de interacciones de ratones con la perfecta imitación de excremento', pero estos también los rechazaron. Hasta que aparecieron nuestros pequeños y tozudos protagonistas.
En ese momento comprobaron que “el color, el tamaño y el olor” de la semilla cobraba el sentido. Para cerciorarse colocaron 66 frutos marcados después de una buena lluvia, justo el momento favorito para salir de los escarabajos.
Los 'peloteros' enterraron casi religiosamente 53 de ellas y los investigadores no encontraron en ningún caso huevos de escarabajos en las semillas o alguna señal de que hubieran comido de ellas. Así que parece que aceptaron en silencio el engaño y trasladaron la semilla de la Ceratocaryum sin decir ni mú.