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ALARMANTE INCREMENTO DE LA RADIACIÓN
Después del accidente nuclear de Chernóbil, ocurrido en abril de 1986, las autoridades ucranianas ordenaron el cierre al público de las áreas más contaminadas adyacentes a la central. Más de 30 años después, la denominada zona de exclusión, con una superficie que supera los 2.500 kilómetros cuadrados, es una reserva natural. Continúa deshabitada, pero está permitida la visita de turistas mayores de edad.
En el perímetro de 10 kilómetros en torno a las instalaciones todavía existen puntos donde la contaminación es cientos o miles de veces más alta que la radiación de fondo (presente de manera natural en el medioambiente), que ronda los 0,3 μSv/hora. Sin embargo, los niveles de radiactividad del territorio más alejado no suelen exceder esta cifra.
Pero la cantidad de radiactividad no es un parámetro constante y varía según diferentes factores. Depende, por ejemplo, de la meteorología y la época del año. En general, suele ser menor en invierno y más alta en verano. En los últimos días, su presencia en la zona ha aumentado debido a otro elemento: un incendio.
El efecto de las llamas
Los análisis sugieren que el fuego se originó el 4 de abril en las proximidades del pueblo de Volodymyrivka, extendiéndose después hasta cubrir más de 100 hectáreas y afectar a los bosques de la zona de exclusión. Los niveles de radiación han aumentado desde entonces más de 16 veces en algunos puntos.
El motivo de este alarmante incremento es que las llamas han provocado la liberación de radiación que estaba atrapada en el suelo, las hojas y la madera de los árboles quemados. La devastación ha sido considerable y ha provocado la emisión de gran cantidad de isótopos radiactivos.
Las lecturas tomadas en el centro del incendio mostraban 2,3 μSv/hora, una cifra muy superior a los 0,14 que suele haber en la zona y a los 0,5 considerados seguros para los humanos. No obstante, las autoridades ucranianas han aclarado que los habitantes de las poblaciones alejadas del fuego no corrían peligro y tampoco suponía un riesgo salir al exterior o abrir las ventanas en Kiev (bajo confinamiento debido a la COVID-19), situada a unos 100 kilómetros de la central nuclear.
Hace tiempo que los expertos advierten sobre los problemas que los incendios pueden ocasionar en el territorio alrededor de Chernóbil. Por eso, piden que se endurezcan las restricciones de acceso a la zona de exclusión y se incremente el montante de las multas por incumplimiento de las normas.
Este último fuego habría sido provocado: la policía ya ha detenido a una persona acusada de provocar las llamas. Sin embargo, es habitual que ocurran naturalmente en la región. Además, el aumento de las temperaturas causado por el cambio climático aumenta el riesgo de que se produzcan, pues el calor y la falta de precipitaciones hacen que la vegetación se seque.
Otro factor que dispara el riesgo de incendio es que la tasa de descomposición de la materia orgánica en el suelo parece haber disminuido, posiblemente debido a la radiación, responsable de la muerte de los insectos y microorganismos que se encargan de la digestión de los restos de animales y vegetales.
No obstante, las plantas que crecen en la zona de exclusión de Chernóbil son más resistentes a la radiación que la fauna, debido a que poseen mecanismos biológicos que les permiten adaptarse mejor a las condiciones desfavorables. Afortunadamente para ellas, pueden sustituir las células muertas y los tejidos dañados mucho más rápido que los animales.