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AGUA CARA, MÁS INCENDIOS Y MENOS INVERSIÓN EN I+D
El anuario estadístico de España muestra algunas tendencias preocupantes en lo que a salud, medio ambiente y energía se refiere.
España no es una isla en el mundo, y muchos de los problemas que arrecian fuera tienen su correspondiente eco también en nuestro país. El anuario estadístico que elabora el Instituto Nacional de Estadística deja algunas pistas sobre cuáles serán los desafíos a los que nos enfrentaremos en el futuro... y algunos son preocupantes.
La plaga del sobrepeso
Nuestro problema no es tan grande como el de países como EEUU, donde el sobrepeso es un auténtico riesgo para la salud pública. Sin embargo, en una de las cunas de la dieta mediterránea y el cultivo de huerta también azota esta plaga moderna.
Según el INE, más de la mitad de la población española tiene un peso por encima de lo recomendado por los estándares científicos. Así, sólo el 45,2% tenían un peso normal a cierre del pasado año 2014, por el 35,7% de personas con sobrepeso y el 16,9% que padecen directamente obesidad.
Agua más cara
España no es un país árido, pero sí ha empezado a sufrir las consecuencias de una incipiente desertificación. No hay problemas con el abastecimiento de agua, ni las periódicas sequías se han agravado como en otras partes del mundo, pero el futuro de un bien esencial para la vida debería ser un asunto crucial de cara al futuro.
Según las estadísticas, entre 2013 y 2012 cayó el consumo medio de agua por hogar en España un 3,7%, al tiempo que subía su precio un 5,8%. En realidad la progresión es mucho más rápida de lo que parece: entre 2005 y 2013 el precio del agua se ha duplicado.
El peligro del fuego
De forma paralela a lo anterior, el número de incendios ha ido aumentando de forma progresiva. A cierre de 2015 -un año mucho más cálido y seco que otros, con un 23% menos de lluvias- se registró un 20% más de incendios forestales que el año anterior. Lejos queda, sin embargo, el pico que se vivió en 2012, cuando ardieron más de 200.000 hectáreas de superficie forestal.
Hay, sin embargo, un contrapunto positivo en términos ambientales: la contaminación del aire registrada en los núcleos urbanos es mucho menor que la media europea, y además la progresión es descendente desde el año 2004.
Producción nuclear, dependencia petrolera
Hace no muchos años España logró ser una referencia en energías renovables gracias a las subvenciones al sector, que hicieron que tuviera un enorme desarrollo internacional. Sin embargo, y pasada esa época, ni la producción energética primaria ni la energía consumida son sostenibles. Casi la mitad de la energía que producimos (el 44,4%) es nuclear, por un 22,7% de geotérmica, eólica y solar, al que habría que añadir otro 17,3% proveniente de biomasa, biocarburantes y residuos.
Sin embargo, lo que producimos no es lo que consumimos: el 62,9% de la energía que usamos viene del petróleo y el gas natural, que suponen un 1% de nuestra producción -el resto lo importamos-. Además, apenas un 11,8% de la energía que consumimos tiene un origen renovable.
Sin inversión en I+D
En 2014 se invirtieron 12.821 millones de euros en Investigación y Desarrollo, lo que supone un 1,5% menos que el año anterior y -más importante- apuntala una tendencia que se inició en 2009, cuando el gasto estaba más o menos estabilizado en unos 14.600 millones de euros anuales.
En resumen: más sobrepeso, menos agua y más cara, más incendios, fuentes energéticas no sostenibles y menor inversión en investigación y desarrollo: la España del futuro tiene muchas mejoras pendientes en el ámbito científico.