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Si ciencia ficción es 'Sci-Fi', 'clima ficción' es 'Cli-Fi'. Un género no demasiado nuevo, pero pujante en los últimos años. Se trata de historias distópicas (es decir, que hablan de futuros agoreros, con escenarios apocalípticos) provocados por las consecuencias del cambio climático.
Si lo piensas, hay un montón de películas de los últimos años (algunas de hace una década incluso) que hablan de eso, pero la tendencia ha explotado en los últimos años, especialmente de la mano de las novelas gráficas (cómics) y las novelas tradicionales.
Sin embargo, son las películas de este tipo las que han llegado a un mayor número de población: entre cintas de catástrofes provocadas por invasiones alienígenas o plagas zombies, emergen escenas del planeta arrasado en historias como 'The Road', que fue una novela adaptada en el cine por Viggo Mortensen, las ya viejas Waterworld o Matrix, donde los humanos cubren el cielo de humo para luchar contra las máquinas, o narraciones como la entrañable 'Wall-E', un robot que apila escombros en una Tierra abandonada por los humanos.
Hay otras en las que se cuenta cómo la naturaleza es la que ataca al hombre: desde 'Los hijos de los hombres', donde la raza humana ya no puede tener hijos por culpa de la contaminación, hasta 'El incidente', donde los árboles emiten una sustancia que hace que los humanos se suiciden en masa.
¿Puede la literatura, o el cine palomitero, ayudar a concienciar para que la distopía nunca llegue a ser real?