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ENORME DESPROPORCIÓN
Chris Murray, de la Universidad de Tennessee, ha pasado junto a un equipo de ayudantes largas temporadas capturando casi medio centenar de cocodrilos en el Parque Nacional de Palo Verde, en Costa Rica. El objetivo final del arduo trabajo era conocer sus sexos.
Atrapar a estos animales, que pueden medir casi dos metros, cerrarles la mandíbula y sexarlos no es labor sencilla, pero lo hicieron porque había muchos indicios de una proporción de sexos totalmente descontrolada. Un estudio de 2015 ya indicaba que los varones eran el 80% de las crías y el 60% de los adultos, pero los nuevos resultados desbordaron las expectativas, porque los investigadores comprobaron que había 4 machos por cada hembra en 474 ejemplares analizados
Murray y su equipo analizaron los genitales y comprobaron que estaban contaminados con un esteroide sintético, que pronto se convirtió en el principal sospechoso del vuelco en el número de machos y hembras.
La metiltestosterona se prescribe para hombres con falta de testosterona y mujeres mayores con cáncer de mama, además de ser muy utilizados por culturistas para ponerse más cachas. Aunque a Murray le parece más factible que su presencia se deba a las granjas de peces de alrededor, que usan esa hormona para transformar las hembras en machos, ya que crecen más rápido y son más rentables, según recoge 'Science'.
Los llamados disruptores endocrinos, moléculas que se mezclan con las hormonas del cuerpo y que están presentes en la vida cotidiana, no sólo tienen efectos sobre los humanos. También parece que pueden influir en esta distorsión de sexos. Y decimos “parece” porque por ahí van los tiros de la siguiente fase de investigación para aclarar el misterio de los cocodrilos costarricenses.
Esta masculinización tiene lugar en un contexto climático en el que tendría que suceder lo contrario, tal y como recoge la publicación científica. La temperatura del nido incide en si el embrión de un cocodrilo se convierte en hembra o macho: cuando ésta es más alta, nacen más hembras. Da la circunstancia que la temperatura media del parque natural ha subido 2,5 grados en las dos últimas décadas.
Murray hizo experimentos midiendo la temperatura y los niveles del esteroide y comprobó que éste último debe tener un efecto masculinizante muy potente, ya que incluso llegaron a incubar los huevos a temperaturas más altas de lo habitual.
La hormona no se produce naturalmente en el medio ambiente, por lo que ahora se debe aclarar el modo por el que llegan a estos animales y, de paso, comprobar si otras especies pueden ser afectadas por la metiltestosterona. Las granjas de peces y la vía acuática son los principales sospechosos, pero no hay ninguna evidencia directa, según reconocen los científicos que han estado analizando a los cocodrilos.