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SE LLAMA CASSIOPEA
Hace falta tener cabeza para muchas cosas, pero no para descansar como es debido. La prueba viviente es Cassiopea, una medusa invertida que, a pesar de no tener un sistema nervioso central como los peces, los ratones y los humanos, es capaz de echarse una cabezadita.
"Es la primera vez que se demuestra que un animal sin sesera duerme", asegura Paul Sternberg, investigador del Instituto Caltech de California (EE UU) y coautor del descubrimiento de Cassiopea, una medusa invertida con esta sorprendente capacidad -no la de dormir, se entiende, sino la de hacerla careciendo de cerebro-.
No se trata de un hallazgo baladí. Los científicos llevan años debatiendo si los animales duermen para consolidar la memoria, para permitir que las células se recuperen del descanso de la vigilia o por algún otro motivo que no hemos elucubrado aún. Pero había otra pregunta más básica aún en el aire que Cassiopea ha sacado a flote: ¿duermen todos los animales? Los vertebrados, sí. Cosa distinta son los invertebrados.
De algunos como la mosca de la fruta se han encontrado evidencias de que, efectivamente, descansan. Las medusas y las esponjas, con un sistema nervioso primario bastante rústico, estaban en duda. Hasta ahora.
La cosa dio un vuelco cuando que un estudiante del laboratorio de Sternberg llamado Ravi Nath se propuso despejar las incógnitas. Ni corto ni perezoso, habló con Lea Goentoro para filmar los tanques que tiene en su laboratorio con decenas de estas medusas de origen tropical durante seis días y seis noches consecutivas. Y comprobó que los pulsos de contracción-relajación de sus gelatinosos cuerpos eran distintos durante la noche y durante el día. Por la noche, la actividad se reducía: pasaba de 58 pulsaciones por minuto a 39. Todo apuntaba a que dormían.
Pero Nath no se conformó con eso. Para eliminar cualquier resquicio de duda, puso en marcha un original experimento. Introdujo una plataforma en el tanque para subir a las medusas, que normalmente descansan en el fondo del océano. Y observó su reacción al eliminar la plataforma y dejarlas en lo que ellas interpretan como 'mar abierto'.
Si se les hace esta faena de día, rápidamente nadan hasta recuperar su posición en el fondo. Por la noche también reaccionan así, pero tres veces más despacio, como si estuvieran groguis, algo propio de un animal que duerme.
La tercera prueba fue aún más dura: probaron qué les ocurría si se les 'molestaba' durante la noche constantemente. Y observaron que al día siguiente estaban menos activas: mostraban todos los signos de haber pasado una noche en vela.
Si había dudas sobre qué fue antes, si el cerebro o el sueño, con este estudio han quedado despejadas. En el árbol evolutivo, el descanso apareció claramente antes de que el sistema nervioso dispusiera de un 'centro de control' en toda regla. Sin embargo aún quedan cuestiones importantes por resolver. Por ejemplo, ¿hacen falta neuronas para dormir? Es más, ¿se necesita más de una célula? ¿Duermen los protozoos y las bacterias? ¿Y las plantas? Las preguntas siguen, de momento, sobre la mesa.