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Más concretamente, de las moléculas volátiles ácidas que transpira tu piel. Para ello cuentan con un sensor especializado, un receptor olfativo llamado lr8a, situado en sus antenas y que les sirve de brújula.
La buena noticia es que, conociendo este dato, se podrían fabricar repelentes para mosquitos mucho más eficaces que los actuales.
Así lo afirma Matthew DeGennaro, neurobiólogo de la Universidad Internacional de Florida (EE UU), en el último número de la revista Current Biology.
Dice el investigador que si se anula la función del lr8a la capacidad de los insectos de encontrar un humano al que picar se reduce a la mitad. Solo a la mitad porque aún les quedan otras pistas que rastrear como el calor corporal, la humedad y el dióxido de carbono que exhalamos.
"Este es el primer paso para lograr que los humanos sean invisibles a los mosquitos", explica DeGennaro, que también es partidario de aprovechar lo que sabemos del lr8a para crear nuevas trampas para mosquitos que los atraigan hacia lugares que aparentemente "huelen a sudor" pero en los que encontrarán su tumba.
Para poner a prueba su teoría, DeGennaro y sus colegas emplearon la técnica de edición genética CRISPR/Cas9 para anular el gen lr8a en mosquitos Aedes aegypti, que transmiten varias enfermedades, entre ellas el dengue.
Y comprobaron que a los insectos mutantes ya no les atraía el olor a sudor, y que eran incapaces de detectar tanto el ácido láctico como otros componentes ácidos presentes en la piel.
DeGennaro no se anda con chiquitas: está decidido a crear un "perfume salvavidas", un ungüento que nos proteja de las picaduras de mosquitos definitivamente.
"Si evitamos que estos insectos nos piquen cortaríamos por lo sano con enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla, el Zika y la malaria", vaticina el investigador, que ya tiene claro el camino para conseguirlo.