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GANA CARGA AERODINÁMICA RESPECTO A SU PREDECESOR
El balón que este verano se usará en la Copa del Mundo de Brasil sigue la tendencia de reducir el número de piezas que lo forman, pero aumenta el tamaño de sus costuras. El objetivo: darle mayor carga aerodinámica.
Hay mucho de ciencia en el fútbol. Por ejemplo, calcular por la curvatura del horizonte cuánto debían medir los campos de fútbol en los que jugaban Oliver y Benji (tanto que hacían entendible que los partidos fueran eternos y que al pobre Julian Ross le dieran ataques al corazón). De hecho, en el fútbol, como buen negocio millonario, hay mucho de investigación y desarrollo: enormes despliegues tecnológicos en el campo para cubrir las transmisiones, nuevas medidas para evitar goles fantasma, avisos inalámbricos a los árbitros desde sus asistentes de campo....
Ahora bien, todo termina en el balón: o entra, o no entra; o es gol, o no lo es. Por eso el hecho de que cada campeonato tenga su propio esférico suele suscitar las críticas de los jugadores. Que si un balón parece como de playa, que si no responde bien al golpeo...
La mejor variable para determinar cómo es el vuelo de un balón, es decir, cómo responde ante un golpeo, es el libre directo: un balón parado y un futbolista aplicándole una fuerza de golpeo. Y si hay un lanzador de faltas con renombre hoy en día ese es Cristiano Ronaldo. Según estadísticas oficiales, con balón 'español' ha metido 12 goles de falta directa en 154 partidos (tomando datos de Liga y Copa desde que está en España), es decir, un gol cada casi trece partidos. En Europa la cosa cambia: ha metido tres goles en 40 partidos, un gol cada más de 13 partidos.
¿Cómo que la cosa cambia?, te preguntarás. La estadística es casi idéntica. La cuantitativa sí, pero la cualitativa no. En Liga y Copa Cristiano Ronaldo ha disparado a puerta contra rivales grandes, medianos y pequeños, incluso contra algunos muy pequeños de categorías inferiores... mientras en Champions League cabe esperar que todos los rivales -o al menos casi todos- han sido de entidad.
Otra variable a tener en cuenta es no sólo el número de realizaciones -libres directos marcados- sino también cuántos intentos ha tenido, y en eso también influye el número de faltas que provoquen los equipos (muchas más en Liga y Copa, donde hay más equipos 'pequeños' encerrados atrás, que en Champions).
¿Y qué se encontrará Cristiano Ronaldo en el Mundial? Bueno, eso nos importa poco: nos importa más que se encontrarán en el Mundial nuestros jugadores, que será lo mismo. Se trata de un balón bautizado Brazuca y fabricado por Adidas, como viene siendo habitual desde hace décadas, pero que presenta un cambio de tendencia respecto a sus predecesores, que a su vez supusieron otro cambio de tendencia.
Por una parte, sigue reduciendo el número de 'piezas' que lo conforman: seis fragmentos de poliuretano sellados con calor, en comparación con las ocho de su antecesor (el Jabulani), los catorce del Teamgeist de infausto recuerdo o los 32 que hasta la fecha componían todo balón que se preciara. Eso sí, la diferencia es qué une esos trozos: los tres balones citados se sellan con calor, cuando antes los fragmentos se cosían.
¿Que implica todo esto? El cosido añade 'peso' al balón, no por el hilo, sino por las estrías del esférico, que añaden mayor carga aerodinámica, es decir mayor resistencia al aire. Si se reduce el número de estrías y su profundidad el balón circula con mayor velocidad y, en ocasiones, de forma más errática.
Eso fue precisamente de lo que muchos se quejaron con el Jabulani, que a nosotros tan bien nos vino: era darle una patada y el balón volaba sin control. Por eso el Brazuca, aunque tiene aún menos estrías, ha visto aumentada la profundidad de éstas para intentar ganar algo de 'aplomo' en vuelo.
Ahora sólo cabe esperar que a Cristiano le siga yendo mal y a nosotros tan bien. En menos de cien días saldremos de dudas.