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SON GRANDES 'SABUESOS'

Esto es lo que pasa en tu cuerpo cuando te pica un mosquito

Seguro que te ha molestado más de un mosquito, probablemente de noche. En cuanto has apagado la luz ha ido directo a tu oreja hasta que al final, en un descuido, ha conseguido picarte. ¿Qué pasa cuando nos pican? ¿Cómo ha conseguido localizarte? ¿Por qué esa manía de ir a la oreja? Ahora lo veremos.

Un mosquito en plena acciónErik F. Brandsborg en flickr cc

La 'mosquita' -no olvidemos que las culpables son mosquitos hembra ávidas de sangre para que puedan crecer los huevos- nos inyecta un anestésico al picarnos para evitar que nos enteremos mientras nos succiona la sangre y poder así pasar desapercibida. También nos mete una dosis de anticoagulantes y vasodilatadores para que la sangre le llegue muy líquida y en mayor cantidad.

La formación del habón o picadura se produce por culpa de ese ensanchamiento de los capilares de superficie de la piel donde ha picado, sumado al efecto irritante del veneno que nos inyecta (no todo iba a ser bueno) y el desencadenamiento de la reacción inflamatoria, ya que nuestras defensas acuden ante la aparición de compuestos extraños.

Si nos rascamos esparcimos el veneno, por lo que aumentará la zona de hinchazón, pero es difícil resistirse… El alivio que sentimos al rascarnos tiene una explicación sencilla: el dolor y el picor se transmiten a través de los mismos sensores, saltando la señal de las neuronas del picor a las del dolor, así que o sentimos uno u otro. Al rascar, producimos una leve sensación de dolor que alivia por unos instantes el picor, lo que hace que nos cueste tanto no hacerlo tanto con las picaduras como en cualquier tipo de eczema o sarpullido debido a otras causas.

Pero tenemos además otro problema: cuanto más nos rascamos, más picor acabamos sintiendo. La señal en los dos casos se regula por la serotonina: cuando nos rascamos y aumentamos la cantidad de serotonina que manda la señal de dolor, al dejar de hacerlo, esa misma cantidad de serotonina determinará el nivel de picor. Dicho de otra forma, cuanto más fuerte rasquemos, más picor posterior, así que para evitar el picor mejor no tocar o aplicar frío, que ayudará además a rebajar la hinchazón, o algún antihistamínico o calmante de aplicación tópica.

'Nariz' prodigiosa

Pero, ¿por qué se inicia todo este proceso? Aunque no lo creas, la clave de que una mosquita te pique es el olfato. Tienen un sistema para detectar el olor en las antenas y en los palpos maxilares, que tienen cubiertos por unos 'pelillos' sensores que se conectan con dos o tres neuronas olfativas que mandarán la información al cerebro de que hay una posible víctima cerca. Y es que desprendemos una serie de compuestos que las atraen muchísimo -aunque también es cierto que se ayudan un poco por la visión y la temperatura corporal-.

El gran atrayente por excelencia es el CO2 que eliminamos en grandes cantidades al exhalar -lo cual explica que acudan a nuestra cara con una habilidad pasmosa-, pero también detectan otros compuestos que eliminamos con el sudor, como el ácido láctico, también presente en el aliento. Ésta es la razón por lo que un mosquito tiene preferencia por unas personas frente a otras: aquellas que desprenden mayor cantidad de estos compuestos serán más atractivas para ellos.

Pero no, la atracción no tiene nada que ver con el grupo sanguíneo: esa información surgió por un estudio que no se realizó correctamente y tenía fallos estadísticos, así que los que tenéis grupo O podéis estar tranquilos.

Repelentes

Por tanto, inutilizar la nariz de las mosquitas será la mejor opción para evitar ser picados, y eso lo podemos lograr cubriéndonos con algún tipo de repelente. El problema es que lo que mejor funciona o es tóxico o es muy desagradable para nosotros, porque... ¿a quién le apetece oler a mantequilla rancia o a pescado? Así que encontrar un repelente barato, seguro y, a ser posible agradable, es complicado.

Los más conocidos son el DEET y la citronela, aunque esta última es bastante menos efectiva -de hecho no será nunca recomendable la citronela si viajamos a una zona en que el dengue o la malaria sea endémicos, ya que los mosquitos son los portadores y la protección sería demasiado baja-.

El DEET es un compuesto que funciona muy bien pero puede tener más efectos secundarios en personas con piel sensible o con alergias, dado que es algo agresivo. Si comparamos ambos productos, con el DEET tenemos protección para medio día; en cambio, con aceite de citronela (suponiendo que sea de calidad, porque las hojas no sirven) tendremos entre una hora y media y cinco horas de protección, dependiendo de la especie del mosquito.

Es típico el uso de velas de citronela pero no van a hacer gran cosa, porque no tienen un radio de acción tan amplio como para que nos protejan de los mosquitos. Tampoco se aconseja el uso de dispositivos ultrasónicos o las pulseras con repelente, ya que tienen escasa o nula efectividad. Y lo de dejar de respirar mejor ni lo intentemos...

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