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UN PLAN PARA ENFRIAR LOS OCÉANOS
Un equipo de investigadores de diferentes países plantea la liberación en la estratosfera de miles de millones de toneladas de aerosoles de sulfato para enfriar los océanos y disminuir el número de ciclones.
Durante los últimos años, los huracanes han aumentado tanto en número como en intensidad, como Irma, que acaba de asolar la costa Atlántica. Y cada vez son más los científicos que apuntan al cambio climático como el principal causante de la proliferación de este tipo de fenómenos meteorológicos extremos.
Mientras las autoridades se centran en proteger a la población y prevenir y solventar los devastadores daños, investigadores de diferentes países involucrados en el Geoengineering Model Intercomparison Project (GeoMIP) diseñan alternativas para manipular el planeta con el fin de enfriar los océanos y reducir, entre otras consecuencias del calentamiento global, la cantidad y descomunal fuerza de los ciclones. El motivo: las aguas a altas temperaturas sirven de combustible para estas descomunales tormentas.
Uno de estos expertos es John Moore, investigador en geoingeniería de la Universidad Normal de Pekín. El equipo que dirige estudia cómo la dispersión de aerosoles de sulfato en la estratosfera –partículas sólidas o líquidas suspendidas en un gas– podría provocar el enfriamiento del agua y, con ello, una disminución número de huracanes.
Según recoge uno de sus trabajos iniciales, han desarrollado modelos para dos escenarios. Los planes para el primero consisten en imitar los efectos de un volcán, inyectando en la atmósfera unos 5.000 millones de toneladas de aerosoles al año durante 50 años. El segundo modelo implica un aumento paulatino de la cantidad de sulfatos de unos 10.000 millones de toneladas al año después de los primeros 50 años para compensar el previsible aumento de las emisiones antropogénicas (es decir, a causa del ser humano) en el futuro.
Al duplicar el volumen de partículas difundidas en la atmósfera, los científicos comprobaron que podían mantener la actual tasa de huracanes del nivel del Katrina y reducir a la mitad las mareas producidas por tormentas ciclónicas. Apuntan que el efecto podría ser el mismo provocado por la erupción de 1912 del volcán Katmai, en Alaska, a la que siguió el año con un menor número de huracanes desde que se tienen registros.
El proyecto, con un coste estimado de 10.000 millones de dólares anuales, está aún en sus primeras etapas. Pero los científicos del GeoMIP continúan investigando para mejorar sus planteamientos y estudiar nuevas alternativas. Entre otras cosas, deben crear partículas que reflejen la luz y que no produzcan corrosión en la capa de ozono.