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TERRENOS INESTABLES, TERREMOTOS O COMPUESTOS CORROSIVOS
Entre otras polémicas medidas, a Donald Trump se le ha ocurrido construir un “grande y bonito muro” para sustituir la valla que separa Estados Unidos de México. Hace unas semanas, la Casa Blanca publicaba un decreto ley para crear una “segura, contigua e impasible barrera física […] para evitar la inmigración ilegal, tráfico de personas y drogas, y actos de terrorismo”.
El documento prevé, asimismo, la realización de un estudio de la zona en un plazo de 180 días. Este debe analizar, además de factores relacionados con la seguridad, “todos los aspectos geofísicos y topográficos de la frontera sur”. Porque aparte de la propiedad de las tierras y las protestas de los mejicanos, Trump va a tener que lidiar con la geología.
Según ha descrito el presidente, el enorme muro tendrá entre diez y veinte metros de altura y recorrerá alrededor de 1.600 kilómetros de la frontera. A lo largo de toda esta extensión tendrá que erguirse sobre diferentes tipos de terreno: en el sur de Estados Unidos hay desde zonas desérticas hasta humedales, ríos, montañas y bosques que suponen todo un elenco de problemas para los constructores.
Materiales inestables
Cuando los chinos levantaron su Gran Muralla (tardaron 2.000 años) no disponían de los aparatos ni conocimientos de los ingenieros actuales. Sin embargo, el equipo designado por el Gobierno de Trump tendrá que empezar el proyecto con un escrupuloso sondeo para asegurarse de que el muro seguirá en pie, si no tanto como el de los chinos, al menos sí durante los años que dure su mandato.
Los expertos deben analizar desde la profundidad a la que se encuentra el lecho rocoso hasta la química del suelo en toda su longitud y en profundidad. Su trabajo incluye recoger datos, evaluar la situación en cada región y desarrollar después el plan a seguir. Una labor que, según el hidrogeólogo Gary Clendenin, “podría llevar años”.
Para que la pared se mantenga erguida, una de las claves es llegar a la roca madre (el material duro que subyace bajo los depósitos y sedimentos). El sondeo puede complicarse porque esta se halle a cientos de metros de profundidad o cubierta de materiales muy inestables como las arenas o los lodos. Escenarios que, además, pueden aumentar el precio del proyecto.
Aunque se podría construir sobre estos tipos de terreno, el estudio geológico previo debe ser aún más detallado. Por ejemplo, los científicos suelen realizar sondeos con complejos sensores que detectan variaciones sísmicas y las convierten en señales eléctricas. Al provocar una fuerte vibración artificialmente, estos aparatos miden la trayectoria de las ondas y plasman esta información en una imagen donde pueden apreciar las diferentes estructuras presentes en el suelo.
Cuando encuentran una importante acumulación de finos lodos o algún canal subterráneo, lo único que pueden hacer es compactar los materiales o construir unos cimientos aún más profundos. En el caso de un muro de unos seis metros, estos tendrían que hundirse unos dos metros en el suelo.
Una esponja en el subsuelo
Además, es común que los sedimentos, sobre todo si contienen arcilla, almacenen agua y se hinchen durante épocas de lluvia, para luego perder humedad y volver a su estado previo en temporadas secas. Este proceso, que puede causar graves daños y grietas en la base de la estructura construida sobre él, es característico de suelos como los que se encuentran en muchas zonas próximas a la frontera estadounidense.
La composición química de los materiales es otro factor a tener en cuenta. Los terrenos ácidos o ricos en cloruros provocan corrosión en metales que contienen hierro, como los utilizados para fabricar algunos elementos de construcción. Los sulfatos, abundantes en algunas zonas fronterizas del suroeste de Texas, también ataca a los metales y el hormigón.
Además de todas estas variables, los geólogos también deben evaluar los riesgos de riadas y terremotos. En 2010, un seísmo de magnitud 7,2 sacudió un área cercana a la frontera entre California y México.
Habrá que esperar a las nuevas noticias sobre los avances del proyecto. Pero solo en Tejas hay más de un millar de tipos de suelos diferentes y, para desgracia de Trump y sus medidas contra la inmigración, no todos van a ser adecuados para sostener el muro.