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LA I+D+I MILITAR CAPITANEA LA INVESTIGACIÓN EN ROBÓTICA

Las guerras bot: Ejércitos con menos humanos y más robots

Esta semana EEUU anunciado el mayor recorte de personal jamás conocido en su Ejército, que dejará su número de tropas en cifras pre-Segunda Guerra Mundial. Pero hay truco: los robots suplen con creces dicho recorte. La I+D+I militar tiene sus cosas...
En lengua india Choctaw Ikhana significa inteligencia. Este drone del modelo Predator B puede volar durante más de 24 horas seguidas y va equipado con dispositivos que permiten observar al detalle la superficie de la Tierra. La NASA de EEUU lo usa para el control y la vigilancia de incendios. | NASA
Un técnico de la NASA explica al entonces gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, cómo los sensores del Ikhana ayudan a los bomberos en su lucha contra los incendios forestales. | NASA
Este drone de origen militar se ha convertido en un inesperado aliado en la investigación del calentamiento global, los gases contaminantes o fenómenos atmosféricos extremos. La NASA ya ha perfeccionado un sistema para repostar en vuelo, aunque con un solo depósito el avión podría recorrer hasta 20.000 kilómetros, es decir, la mitad de la circunferencia de la Tierra. | NASA
Este artefacto es muy adecuado para la investigación de huracanes, ya que puede sobrevolar tormentas a altitudes superiores a 18 kilómetros de altura durante 28 horas, algo casi imposible de realizar para un avión pilotado. En la imagen, un Global Hawk sobrevuela los restos del huracán Frank en 2010. | NASA/NOAA
En marzo de este año, tres pequeños aviones no tripulados se adentraron en la nube de ácido sulfúrico y cenizas que escupía el Turrialba, un volcán en Costa Rica que había entrado en erupción. | NASA
El investigador Rick Kolyer lanza el Dragon Eye hacia el volcán Turrialba. Los motores eléctricos de estos drones permiten algo imposible a los aviones convencionales: sobrevolar un cráter en erupción sin que la ceniza afecte a los motores y cause un accidente. | NASA
El investigador Rick Kolyer lanza el Dragon Eye hacia el volcán Turrialba. Los motores eléctricos de estos drones permiten algo imposible a los aviones convencionales: sobrevolar un cráter en erupción sin que la ceniza afecte a los motores y cause un accidente. | NASA
Los drones también pueden convertirse en ojos privilegiados. Uno de los más espectaculares es la Helicam, con ocho hélices y que permite tomar imágenes a corta distancia en entornos espectaculares, como en esta playa. | VilleHoo
Drones en un campo | Airelectronics
El Nano Air, con la forma y el tamaño de un colibrí, es uno de los aparatos más pequeños y discretos del mercado. El ejército de EEUU encargó su desarrollo a una empresa. Este artefacto puede ser decisivo como ojo espía en zonas de combate urbano, según la agencia del Pentágono DARPA. | AeroVironment, Inc

Cuando Chuck Hagel, secretario de Defensa de EEUU, anunciaba esta semana que el mayor y más poderoso Ejército sobre la Tierra iba a poner en marcha un ajuste de personal, muchos pensaron en dos variables. La primera, la económica: el año pasado las Fuerzas Armadas de EEUU se comieron de forma directa o indirecta casi un 40% del presupuesto estatal y más de la mitad de los ingresos fiscales estimados. Casi nada. Y la segunda, la geopolítica: las guerras ya no son lo que eran.

La segunda variable es más cierta que la primera. La idea de una guerra a gran escala en el mundo posiblemente murió con la Guerra Fría: el potencial armamentístico alcanzado entonces hace imposible un conflicto abierto porque conllevaría la aniquilación de la especie, así que las guerras ahora son de otro tipo, aunque se libren en los mismos lugares.

Por ejemplo, la última guerra en suelo europeo tuvo lugar en Georgia, zona de influencia rusa, igual que la división de facto de Ucrania, con rebelión proeuropea y posible escisión de Crimea incluida. O, siendo más sutiles, apoyando o no levantamientos como los de la Primavera Árabe, interviniendo o no en países como Irak, Afganistán, Libia, Siria o Corea del Norte, defendiendo o no intereses franceses en el centro de África... o jugando a los espías con culebrones como los de Edward Snowden o Julian Assange. La guerra ahora es que un país como China, dictatorial y comunista, sea el máximo acreedor de la principal potencia del mundo, liberal y capitalista, como es EEUU.

La primera variable es más cuestionable. Reducir el volumen de las Fuerzas Armadas implica ahorrar... pero no del todo. Lo que plantea EEUU no es reducir sus tropas, a pesar de que ahora no haya amenaza de guerras inminentes ni viejos enemigos poderosos como antaño. Lo que plantea es una renovación tecnológica en la que haya menos humanos y más robots.

Según el análisis que hace al respecto Kelsey D. Atherton en Popular Science, eso es posible desde tres pilares.

El primero es obvio: el desarrollo tecnológico y la investigación a gran escala, que ha requerido también una gran inversión. Así se ha logrado que un piloto sentado ante un tablero de mandos en EEUU pueda tomar imágenes o bombardear una lejana base de los montes Tora-Bora al otro lado del mundo. Olvídate del mítico U2 y saluda al imponente Global Hawk

El segundo, la proliferación del equipamiento inteligente: no sólo drones o navíos mejorados, sino también misiles dirigidos con bajísimos ratios de error, mayor autonomía de los transportes militares, armas de precisión con equipamiento láser... e incluso mejoras en lo que se refiere a la protección y capacidades de los propios soldados humanos.

El tercer es la reducción de personal gracias a los drones y similares: los aviones tripulados, los navíos inteligentes y los vehículos robotizados ayudan a reducir el número de soldados necesario, no sólo por efectividad, sino también por manejo: el Littoral Combat Ship fue diseñado para una tripulación de 40 personas, cuando los navíos tradicionales que cumplen sus mismas funciones necesitan a unas 200.

Cuánta buena noticia en la industria de la muerte, pensarás. Al menos se evitarán muertes... y algo nos 'salpicará' a los civiles: la investigación aplicada al campo militar acaba trayendo desarrollos a nuestras vidas, como el GPS o la telefonía móvil. De momento de todo esto de los drones apenas sacamos en claro maquetas teledirigidas para el ocio, pero todo llegará. Quién sabe, incluso, si lo que anuncian conocidas distopías cinematográficas sobre que todos esos robots se pongan a pensar un día y nos señalen como sus enemigos. Oh, vaya

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