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VIVE EN EL DESIERTO DE SONORA

El hombre que susurraba a los cactus

El último paciente de Rilée Leblanc pesa más de cinco toneladas y mide nueve metros. Es una Carnegiea gigantea, o más comúnmente conocido como saguaro. Un cactus altísimo que vive en el desierto de Sonora y en los jardines artificiales de las lujosas propiedades de la zona.

Bosque de Saguaros en Tucson, Arizona Wikipedia

El paisajismo desértico artificial de estos terratenientes adinerados tiene al cactus y todas sus variedades como principales especies para replantear sus famélicos jardines. La mayoría de los propietarios cometen errores de principiante al intentar cultivar las grandes columnatas como si fueran plantas prácticamente inmortales. Plantarlos demasiado cerca o regarlos demasiado puede matarlos fácilmente. Su hábitat natural es el desierto, y fuera de él son extremadamente frágiles.

Cuando el cactus se dobla o una rama amenaza con desprenderse, cuando tiene la piel encallecida o grandes manchas negras es el momento de llamar a Rilée Leblanc, el doctor de los cactus; un especialista con más de 20 años de experiencia en el cuidado de estas asombrosas criaturas.

Rilée Leblanc tiene 66 años, es Tailandés de padres franceses y vive curando cactus y replantando especies en los nuevos jardines de toda Arizona.

Es un doctor como otro cualquiera que habla, mima a sus pacientes y les dota de personalidad para tratar de humanizar su trabajo. Esta devoción y especial respeto le ha concedido una fama que cada vez le trae más clientes. Así vive esta pasión, entre comercial y obsesiva, el médico de los cactus.

Su trabajo es más complicado de lo que parece. Cuando tiene que penetrar hasta el interior de la pulpa debe hacer cirugías a las inmensas y puntiagudas cactáceas. Para ello no duda en levantar poderosos andamios que suben 10 metros de altura para proteger al cactus y también protegerse a sí mismo de las imponentes agujas de 8 centímetros.

Su tarifa tampoco es barata. Enderezar uno de estos bichos de hasta 25 metros de altura puede llegar a los 700€. Una cirugía abierta o replantación no baja de los 1000. La cara de los dueños viéndole trabajar, no tiene precio.