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ESTÁN EN GRECIA Y EN JAPÓN

Icaria y Okinawa, las islas de la longevidad

Una isla griega y otra japonesa concentran al mayor número de nonagenarios y centenarios del mundo. Y hay motivos para que sea así

Isla de Okinawa Wikipedia

Si a un intrépido aventurero al estilo de Indiana Jones le encargaran encontrar la receta secreta de la eterna juventud, sin duda marcaría dos destinos en su mapa: la isla de Icaria en Grecia y la isla nipona de Okinawa. Los habitantes de ambas ínsulas pueden presumir de tener más centenarios en su población que cualquier otro lugar del mundo.

Decididos a averiguar qué les proporciona tan alta esperanza de vida, los científicos han iniciado dos proyectos: el Estudio epidemiológico de Icaria y el Estudio de los Centenarios de Okinawa.

En la isla griega los primeros análisis sacaron a relucir que hay varios aspectos del estilo de vida que diferencian a sus ancianos de los del resto del mundo. Para empezar, el 99% de los hombres y el 32% de las mujeres de la isla nunca han fumado, lo que explica que el cáncer y los problemas cardiovasculares apenas les afecten.

Además, el 60% de los mayores de 90 años se mantienen físicamente activos, frente al 20% de los que alcanzan esa edad en otros lugares. En cuanto a la dieta, en Icaria se sigue una dieta mediterránea rica en frutas, verduras y pescados, todos ellos cocinados con aceite de oliva.

La socialización frecuente y el hábito de dormir una breve siesta a media tarde también parecen influir positivamente en la salud de hierro de los griegos de esta isla.

Por su parte, en Okinawa la alimentación también parece tener mucho que ver con el elevado número de nonagenarios y centenarios con los que cuentan. La dieta de sus habitantes se basa fundamentalmente en vegetales y patatas dulces (Ipomea batatas), mientras que apenas cocinan arroz. En sus despensas nunca faltan el daikon, o rábano japonés, el goya, o melón amargo, la seta shiitake, el tofu con sus abundantes flavonoides (que protegen el corazón y evitan el cáncer) y el konbu, un alga parda de sabor dulzón.

Apenas hay grasas saturadas en su dieta: consumen pescado con moderación y en unas pocas ocasiones también carne, sobre todo cerdo. Entre las legumbres se decantan por la soja, que promueve la buena salud intestinal, y son fanáticos del té de jazmín. También conviene tener en cuenta que el jengibre y la cúrcuma son dos especias omnipresentes en sus platos.

De igual modo que sucede con los habitantes de Icaria, en Okinawa toda la población se mantiene físicamente activa con independencia de la edad: pasean, practican la jardinería y no se sientan en sillas o sillones, sino en tatamis, con lo que a diario deben levantarse y sentarse docenas de veces desde el suelo, con los beneficios que eso supone para mantener su fuerza y su equilibrio.

Además, y por si fuera poco, estos nipones pasan mucho tiempo al aire libre, lo que les asegura sintetizar abundante vitamina D.