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MODIFICADA GENÉTICAMENTE
En Estados Unidos ya trabajan para desarrollar una especie de vaca que resista mejor a los climas más cálidos y al cambio climático.
La ganadería extensiva contribuye de manera importante a la deforestación y, por ende, al cambio climático. La situación es como la del pez que se muerde la cola, ya que el aumento de temperaturas pone en riesgo estas explotaciones de cara al futuro.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Florida ha recibido una subvención federal de 630.000 euros para comenzar a desarrollar una vaca modificada genéticamente que sea capaz de adaptarse al calentamiento global que estamos padeciendo y cuyas consecuencias van en aumento.
El objetivo es conservar la calidad de su carne a pesar del aumento de las temperaturas que se esperan en los próximos años. Una adaptación que muestra la segunda vía ante la situación: la primera es luchar contra ella y la segunda es adelantarse a la cruda realidad.
Más de la mitad del ganado del mundo vive en ambientes cálidos y húmedos. En Estados Unidos, según datos ofrecidos por la universidad, el 40% de las vacas viven en esas condiciones, por lo que van a analizar la raza que mejor soporta el calor, concretamente la raza Brangus (una mezcla de Angus y Brahman).
En primer lugar, pretenden descubrir cómo controla y regula su temperatura corporal para llevar bien los climas cálidos. Para ello tendrán que analizar e identificar variables genéticas interesantes que permitan con la tecnología CRISPR realizar un mapa genético. Esta tecnología sirve para editar y corregir el genoma de cualquier célula. Es decir, permite cambiar la secuencia del ADN.
Según uno de los participantes en el proyecto, el estrés que produce el calor en el ganado “limita la producción de proteínas animales y afecta negativamente a su salud y su bienestar”, lo que afecta a la productividad. Este problema se acrecentará de manera dramática en las próximas décadas.
El objetivo del estudio es conocer bien la tolerancia térmica de la vaca Brangus para introducirlos en los genomas de otras razas con la “técnica mágica” que hemos citado antes, que ha ayudado a crear vacas resistentes a enfermedades como la tuberculosis.