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MÁS ALLÁ DEL POLEN

Ocho extraños objetos que podrían darte alergia (y cómo evitar sus terribles consecuencias)

Los teléfonos móviles, la lana o botones de los pantalones nos pueden producir la misma urticaria, escozor de ojos o rojeces en la piel que un buen paseo por el campo plagado de polen.

Lo de ir de paseo por el campo será una nimiedad. Los peligros están más cerca Vimeo

Las relaciones alérgicas se producen cuando el cuerpo interpreta algo que es normalmente inofensivo como peligroso y pone en marcha a nuestros anticuerpos –los glóbulos blancos– para que nos defiendan a toda prisa de esta terrible amenaza que se traduce en que nos pique todo y nos cuesta hasta respirar.

Pueden deberse tanto a factores genéticos como ambientales, y son pocas las personas que se libran de tener alguna que otra, por pequeña que sea.

De hecho, todo el mundo conoce a alguien con alergia al polen, al polvo, al pelo de mascotas o a algún alimento como el marisco o los frutos secos. Hasta ahí todo normal, pero cuando descubras los extraños objetos que podrían producirte los mismos picores, hinchazón en la piel, goteo nasal o problemas de respiración, lo de la alergia primaveral te va a parecer de chiste.

1. Teléfonos móviles y tablets

Ya, no es muy común que a alguien le diagnostiquen hipersensibilidad a las nuevas tecnologías, pero las personas que tienen alergia a algunos tipos de metal se pueden ver en apuros si el terminal que se pegan a la cara contiene níquel o cobalto, y ojito porque esto no es tan extraño.

Esto se traduce en erupciones en el rostro, las orejas y las manos e irritación en los ojos si se los tocan después de haber estado trasteando con el móvil. La alergia a los metales suele ser de por vida, pero tranquilo que hay una solución bien sencilla y barata: ponle una buena funda a tus dispositivos.

2. La lana

A todos nos ha pasado en alguna ocasión que nos plantamos una bufanda o jersey de lana y empieza a picarnos cantidad, pero hay personas que lo pueden llegar a pasar realmente mal. Hablamos de aquellos con sensibilidad atópica a la lanolina, una sustancia similar a la cera natural que producen las ovejas que puede reaccionar con más fuerza en la ropa y mantas hechas con lana.

La lanolina se usa también en algunos cosméticos, bálsamos para labios, champús y ungüentos, así que si sufres de alergia a este ingrediente lo mejor es estar atento a las etiquetas y escoger productos libres de este molesto compuesto.

3. Libros

La excusa perfecta para aquellos que pasen olímpicamente de estudiar: ‘es que los libros me dan alergia’. Fuera de absurdas bromas, lo cierto es que de no limpiar adecuadamente y de manera regular los lomos de los libros, las personas con alergia al polvo pueden pasar un mal rato si se encuentran en espacios en los que se acumula en grandes cantidades, véase bibliotecas, trasteros o sótanos.

Ponte una mascarilla y déjate de excusas para evitar echar una mano cuando haya que retirar los dos dedos de polvo que se amontonan en tus estanterías.

4. Joyería

Bueno, más bien hablamos de bisutería, porque los pendientes, collares o pulseras fabricados en oro o plata de ley no suelen dar problemas. Sin embargo, las joyas baratas suelen realizarse con níquel, elemento responsable de las comunes erupciones y picores en la piel que estos accesorios provocan en los lóbulos y dedos de quien se plantan unos pendientes o un anillo de dudosa procedencia.

Atención, porque se calcula que alrededor del 17% de las mujeres desarrollan este tipo de alergias frente a un pequeño 3% de varones (hasta que el universo piercing empiece a ser 'low cost', amigos).

5. Botones de los pantalones

El níquel ataca de nuevo. Resulta que los botones de muchos pantalones vaqueros contienen este material y, si llevamos ropa interior de cintura baja, el metal puede tocar directamente con la piel causándonos una pequeña erupción roja circular.

Pero no hace falta que te compres una braga faja o te remetas las camisetas y camisas por dentro para que no haya contacto: con aplicar un poco de esmalte sobre la parte interior del cierre puede ser más que suficiente.

6. La tierra para macetas

Si tienes alergia al polen te sentirás a salvo con tus plantas de interior, ya que la mayoría no polinizan. Claro que no contabas con que el suelo puede albergar cantidad de esporas de moho, un alérgeno común que se acumula especialmente cuando las plantas se mantienen lejos de la luz directa del sol o se secan demasiado entre riego y riego.

Ojo porque si te pasas de regada, además de ahogarlas, también puede acumularse demasiada humedad y llamar a gritos al polvo para que se amontone en la zona. Y ahí lo tienes: un nido de alérgenos en tus bonitas y descuidadas plantas.

7. El cloro de la piscina

No es que den alergia, pero los blanqueadores que contienen los cloros de piscina pueden irritar inesperadamente nuestras vías respiratorias, ojos y piel. Es más, los expertos aseguran que en las personas que son sensibles a sus vapores, el contacto directo y habitual puede empeorar otras alergias existentes o desencadenar ataques de asma. ¡Con las ganas que tenías de que empezase la temporada de piscineo!

Ándate con cuidado y procura ducharte bien siempre que salgas del agua porque no, no es una norma que hayan puesto para incordiarnos.

8. Los condones

No es la primera vez que lo escuchas, pero lo que no tienes ni idea es de lo que ocurre cuando los preservativos nos dan alergia. Erupciones, irritaciones y picores extremos al poco de haberlos usado e incluso en algunas personas se puede dar una reacción inmediata y potencialmente mortal llamada anafilaxia, que puede incluir dificultades para respirar y tragar.

Hay alternativas en el mercado, así que no dejes de protegerte a todos los niveles cuando practiques sexo.