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UN NEGOCIO MORTAL

Orcas en cautividad: cuando el estrés mata

De estos enormes cetáceos hay medio centenar de ejemplares que viven en cautividad. Su conservación cohabita con un negocio que trae consigo un precio muy alto: la pérdida de vidas humanas entre sus fauces.

La orca Tilikum con su aleta dorsal doblada por la larga cautividad Milan Boers en Flickr bajo licencia CC

La orca macho de la imagen superior tenía solamente dos años de vida en noviembre de 1983, cuando fue capturada y separada de su familia en Islandia. Una familia matriarcal con la que estaba comenzando su lento aprendizaje.

Tilikum, como fue llamado después, hubiera aprendido a cazar con sus eficaces ataques grupales y a comunicarse con el dialecto propio de su grupo. Son una de las especies más inteligentes del planeta. Unos animales que, en libertad, viven muchos años (75 años las hembras y 40 los machos).

Ese “pequeño” Tilikum es actualmente la orca privada de libertad de mayor tamaño del mundo –pesa casi seis toneladas- y es propiedad de la compañía de parques temáticos Sea World. También es el banco de esperma de más de la mitad de las orcas cautivas del mundo, una especie superprotegida desde inicios de los años noventa, poco antes del 'boom' de 'Liberad a Willy'.

Pero si hay una palabra que se asocia a Tilikum esa es “muerte”. Ha estado involucrado en tres ataques mortales en sus poco más de treinta años de vida, como refleja el documental 'Blackfish' (2013).

El film se estrenó cuatro años después de que se encadenaran dos fallecimientos de cuidadores en parques temáticos en poco intervalo de tiempo. Uno fue provocado por la orca Keto, -que significa “monstruo marino” en griego- en Tenerife y otro por el propio Tilikum.

Conociendo estos escalofriantes casos y otros testimonios surgen dos preguntas: ¿Por qué las orcas deberían estar libres? ¿Por qué es complicado liberarlas?.

Vivir en una bañera

En el libro 'Muerte en SeaWorld' el periodista americano David Kirby cuenta con testimonios de extrabajadores de la cadena de entretenimiento estadounidense, que factura muchísimo dinero anualmente gracias -en buena parte- a espectáculos con orcas. Y lo gana a pesar de que desde hace dos décadas su captura solo sea legal con fines científicos, con una posterior reintroducción a la vida salvaje.

¿Os imagináis viviendo en una bañera toda vuestra vida? Pues así es como se sienten estos cetáceos, depredadores por naturaleza, en las piscinas donde viven. Les producen tal ansiedad que los ataques entre ellas pueden llegar a ser también mortales... O a tener consecuencias graves.

Un terrible ejemplo es la amputación del pene de un macho por parte de una hembra en una pelea en uno de los centros de SeaWorld en 1987. Aquí puedes leer más detalles, incluyendo el trágico desenlace unos años después.

La esperanza de vida se reduce drásticamente (hasta la mitad en la mayoría de los casos) por una dieta a base pescado muerto que no aporta los nutrientes necesarios y se debe completar artificialmente, según cuenta Kirby.

Muchos testimonios relatan cómo las aletas dorsales se llegan a doblar por la inactividad, los dientes se dañan gravemente por morder los barrotes por aburrimiento o agresividad y son más vulnerables a enfermedades que no existen en su hábitat.

Como veis, no todo es tan bonito como en los espectáculos para los que son adiestrados.

Liberad a Keiko o Keiko en libertad

¿Os gustó la película 'Liberad a Willy'? Pues se queda en eso, en pura ficción. La opción de liberar a las orcas que han pasado mucho tiempo alimentadas por el hombre es bastante complicada.

Tras mucha presión internacional por liberar a la orca Keiko, protagonista de la película, se entrenó para ello entre 1996 y 2000. Después fue sacada a mar abierto en condiciones de semi cautividad. Keiko acababa volviendo al barco que le dejaba mar adentro, no interactuó mucho con orcas salvajes y protagonizaba menos incursiones en busca de comida que éstas. Murió en 2003 por un catarro.

Estos animales se deben desenvolver en el océano, donde su esperanza de vida se alarga al máximo. Viven de tal manera que las más viejas alargan su esperanza de vida mucho más allá de la menopausia para proteger a sus hijos, hasta que estos se encuentren en época reproductiva. Son tan protectoras como muestra el siguiente vídeo de una separación forzada de una madre de su cría.