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UN ACTO DE AMOR QUE EL GURAMI VUELVE MORTÍFERO
Un beso lo emulamos como ese acto tan humano, de saludo, cariño, sexo o despedida. Cuando lo intentamos encontrar en los animales, regresamos, quizás, a la edulcorada escena de Walt Disney, a aquel beso casual, perruno, tierno, en el que la dama y el vagabundo sellaban sus labios al final de un espagueti.
Sin embargo, el beso para algunas especies no es amor, sino un acto de defensa, pelea y muerte. Como los del gurami besador (Helostoma temmincki).
Son peces originarios de pantanos, lagos o aguas estancadas de India, Tailandia, Indonesia o Malasia, que tienen labios gruesos, como un guante de un boxeo.
No en vano, en cautividad, o en su hábitat natural, los machos guramis defienden su territorio con un beso de la muerte.
“Sí, en ocasiones, se pelean ‘besándose’. Sin embargo, son muy pacíficos con otras especies dentro de un acuario. Comen algas y algún pequeño invertebrado”, confirma Javier Alonso Martín, departamento de Educación de Faunia.
La lucha entre dos guramis besadores comienza y termina con lo que aparentemente es un beso. No obstante, la escena engaña.
Los machos no se besan, sino que se muerden hasta que uno de ellos acaba con los labios destrozados. El daño le impide comer hasta que mueren de inanición.
Fin del beso (o de la batalla).