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ACTUALMENTE PRODUCEN 170 BARRILES AL DÍA

El petróleo de Burgos, el otro Mister Marshall

Si hay una historia que explica muy bien la singularidad de la sociedad española es la del único yacimiento petrolífero de la Península Ibérica. Una explotación fallida de los años 60 situada en el páramo de la Lora -frontera de Burgos con Cantabria- que fue vendida como ejemplo de modernidad y utilizada como apostolado por el régimen. El 'dorado' estaba en Burgos y nos iba a sacar de pobres en la factura energética. Hoy solo produce 170 barriles de petróleo de mala calidad.

Vecinos de Ayoluengo celebrando la inauguración NO-DO

Hace justo 50 años, el 6 de junio de 1964, las campanas de todas las iglesias de la comarca replicaban sin parar en lo que se llamó ‘El nuevo Texas’. Aquel día en Burgos llovió oro negro o eso se dijo. Esta es una historia de caciquismo, de propaganda, de fracaso, de prisas e improvisaciones. Donde todas las fuerzas, autoridades y medios del país confluyeron coralmente -cual guión de Berlanga- en una película de despropósitos.

El mejor resumen que se puede hacer de toda esta historia está en el baile de cifras que los medios sirvieron en sus crónicas al hablar de la altura en el estallido aquella primera perforación tras años de pinchar en falso. Algunos hablaban de 5, otros de 10 y hasta de 50 metros. El caso es que no hubo géiser negro, ni una inmensa torre escupiendo petróleo, solo un charco negro y viscoso en medio de un patatal debido a la presión del crudo antes del entubamiento.

Cuentan también las leyendas que la mismísima Sofía de Grecia, por entonces princesa de España, destrozó su abrigo al ducharse con el caldo negro en una de sus visitas al pozo número 1 de Ayoluengo. La maquinaria propagandística estaba en marcha.

Pero el ‘éxito’ de aquel primer brote viene precedido de unos cuantos años de trabajo. Veinte años antes de aquel verano se iniciaron las primeras catas en la zona. La nueva ley de hidrocarburos de 1958, impulsada por Franco, intensificó de manera radical las prospecciones y catas por toda España para definir los principios de autarquía del Estado dentro del Primer Plan de Desarrollo y buscando casi a ciegas un recurso mediante cientos de sondeos.

Hasta 1964 se habían perforado más de 250.000 metros sin ningún resultado positivo. La inversión era un absoluto fracaso y cualquier indicio o cata positiva iba a ser tratado como merece el principio de improvisación nacional.

Pero llegó el gran desastre. En un principio el No-Do nos vendió que el maná de Ayoluengo de la Lora tenía un porcentaje del 86% de riqueza y era bastante ligero. Un tesoro sin fin para toda la comarca. Los campos de patatas de Burgos iban a ser reemplazados por los modernos ‘caballitos’ o ‘péndulos’ de acero de Campsa y toda la tecnología americana.

Chevron y Texaco trajeron las máquinas y Campsa puso la mano de obra del consorcio. Recordando el primer pozo americano de Edwin Drake en Titusville, Pennsylvania, los paisanos y la economía local se empezaba a movilizar para el gran despliegue. Más de 500 personas trabajaron en Sargentes de la Lora con los primeros pozos. Nuevos restaurantes, comercios, la estación receptora, el faraónico oleoducto hasta bilbao del que sólo se construyeron 11 kilómetros... todo fue un espejismo.

Lo que nadie contó es que el yacimiento estaba terriblemente fragmentado en depósitos aislados que impedían la rentabilidad de la explotación. Su distribución en el subsuelo es muy dispersa. Para combatir este fraccionamiento se construyeron torretas de extracción muy cerca unas de otras, hasta 52, esquilmando las pequeñas bolsas hasta su agotamiento y contraviniendo las más elementales reglas de la prospección.

Pero la máquina propagandística dirigida por el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, no tenía freno. El mismísimo vicepresidente del gobierno, Muñoz Grandes, estaba en contacto directo con los ingenieros de Campsa para seguir minuto a minuto los avances en Lora sin la intoxicación de sus medios y los americanos.

“Desde el punto de vista nacional, el petróleo encontrado es el mejor regalo que Dios puede hacer a España y a nuestro Caudillo al cumplirse los 25 años de paz”, decía Jose Luis Arrese, falangista y Consejero de Campsa en declaraciones a La Vanguardia. Era 1964.

Franco pasó de inaugurar pantanos a cortar cintas de pozos y refinerías. En 1968 hasta cuatro refinerías fueron abiertas en España con una capacidad nominal de refino de 9 millones de toneladas, la mayoría importada. A pesar del interés puesto por la comarca de Burgos (“el petróleo lo tenemos, la refinería queremos”) las nuevas refinerías se instalaron en el norte y/o cerca del mar. Santa Cruz de Tenerife, La Coruña, Cartagena, Algeciras, Huelva.

Para rematar el desastre, los primeros análisis serios confirmaron que el crudo tenía bajos contenidos de azufre pero altos contenidos en arsénico y otros metales. Esto estropeaba la maquinaria de extracción y los catalizadores de las refinerías, impidiendo su correcto procesamiento.

A pesar de ello se intentó el refinamiento del crudo en la refinería de Cartagena. Un transporte de más de 50.000 barriles llegó en 1966 para su procesamiento, pero todo fue en vano. El petróleo de Ayoluengo solo valía para combustible industrial, combustible para fábricas cercanas de Torrelavega, Burgos y, ahora, la fábrica de botellas Vicasa.

Actualmente España se ve obligada a importar más del 99% de todo el crudo que se consume. La producción peninsular es nula. Los pozos de Lora han cambiado de mano siete veces a lo largo de la historia.

En 2010, la multinacional por entonces propietaria Leni Gas & Oil (LGO) prometió inversiones millonarias de British Petroleum (BP) para alcanzar los 10.000 barriles diarios y un refinamiento exclusivo en Castellón. El cuento de la lechera volvió a planear por Burgos. Hasta que la petrolera decidió enfocar sus recursos a zonas con mejor potencial, como Trinidad, y abandonó la prometida inversión. Hoy resisten 14 empleados que producen no más de 170 barriles al día que apenas sirven para cubrir gastos y que miran con recelo el verdadero oro de la zona: la patata.