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OPINIÓN | LAS GRANDES SUPERFICIES VENDEN PANELES SOLARES

Póngame una lechuga, un sofá y dos paneles solares, por favor

Ahora que Ikea empieza a vender paneles solares en Reino Unido, sería recomendable que todas las grandes superficies” se apunten al carro de suministrar sistemas fotovoltaicos para autoconsumo.

Panel solar Greenpeace

Ikea es conocida por haber introducido la filosofía de los muebles de bajo coste. Su compromiso con Escandinavia se puede verificar rápidamente echando un ojo al catálogo: mucha madera y nombres impronunciables. Lo que es menos conocido es que la gigante sueca ha instalado más de medio millón de paneles solares en sus tiendas y su objetivo para el 2020 es producir tanta energía como consumen. Bien por ellos.

Esto no sería más que una nota de prensa si no fuese porque recientemente los de Älmhult han firmado un contrato con la empresa Hanergy para vender sistemas fotovoltaicos en sus almacenes del Reino Unido. Si se tiene en cuenta que la potencia instalada típica de una casa oscila entre 2,2 y 5 kilovatios, los kits de autoconsumo de Ikea, con 3,36 kilovatios,  no están nada mal. Y esto sí que es interesante: hasta ahora la fotovoltaica la comercializaban empresas especializadas, ahora llega a las grandes superficies. Si me permiten, les ofrezco un nombre para la línea: Energetten før äll, que sin ser nórdico se entiende.

Y no acaba ahí, otras multinacionales del ramo del háztelo-tú-mismo, como Leroy Merlin, también empiezan a vender sistemas fotovoltaicos, tanto integrados en aplicaciones concretas (por ejemplo en la iluminación de jardín) como pieza a pieza (con paneles individuales de 80 vatios, su conversor, sus baterías, etcétera) para los valientes que se atrevan desde cero.

Parece que estas empresas están respondiendo a una demanda de un sector creciente de la población consciente de los problemas asociados a los combustibles fósiles, y que expresan su opinión de la forma más tajante posible: comprando renovables. A lo largo y ancho de Europa están surgiendo iniciativas populares a pequeña escala que pretenden producir y hasta distribuir electricidad proveniente de fuentes renovables. En España, la cooperativa Som Energía promueve proyectos de implantación de renovables y distribuye electricidad verde (con garantía de origen) a los más de 10.000 socios con los que cuenta en todo el país.

Fotovoltaica en los grandes almacenes, cooperativas de consumo energético… ¿Estamos viviendo un movimiento sutil pero histórico hacia la democratización de la energía? Jeremy Rifkin, el pensador y asesor de líderes mundiales (incluida Angela Merkel), opina que sí. En su libro La tercera revolución industrial esgrime que la nueva revolución industrial vendrá impulsada por las energías renovables, creará millones de empleos, reorganizará la estructura de poder de jerárquica a lateral y utilizará energía renovable instalada en todos los edificios (microplantas) que se distribuirá a través de un red que el estadounidense llama “Internet de la Energía Verde”. Todos generaremos energía de la misma forma que ahora todos consumimos; y la compartiremos igual que ahora compartimos conocimiento a través de internet.

Lamentablemente, esa demanda de democratización de la energía no viene acompañada de un apoyo tangible por parte de los líderes democráticos, con contadas excepciones como son Dinamarca y Alemania. En España se está a punto de cambiar la ley a golpe de decretazo de forma que no solo no habrá ayudas para las renovables, sino que habrá penalizaciones.

Toby Ferenczi, el cofundador de Hanergy Solar UK, la empresa que le provee los paneles a Ikea y da servicios a sus clientes, me contaba recientemente la paradoja en la que se vio metido. Los recortes en subsidios en el Reino Unido habían hecho que la empresa de instalación fotovoltaica que él había fundado, Engensa, se viera forzada a reducir su plantilla a casi la mitad. La cosa parecía ir cuesta abajo cuando los compró la multinacional china Hanergy: la experiencia de Engensa con el mercado fotovoltaico británico era imprescindible para poder llevar a cabo el contrato con Ikea. Paradójicamente, mientras los gobiernos desincentivan el sector de las renovables con sus cambios de política energética, el interés de ciudadanos concienciados, descubierto a través de estudios de mercado, da otra oportunidad a las empresas del sector.

Acabo con tres propuestas. Primero, invitando a todos los BauhausesCarrefoures,Corte Ingleses y a todas las grandes superficies a que se apunten al carro de suministrar fotovoltaica para autoconsumo. Segundo, pidiendo a los gobiernos internacionales, nacionales y locales que no obstaculicen este creciente sentimiento popular con medidas y leyes que nos desalienten y desincentiven. Recuerden que les viene muy bien que la gente quiera contribuir para que ustedes logren los objetivos europeos del 2020. Y, por último, confiando en que la línea Energetten consiga llenar de buenas energías los establecimientos de Ikea para que las parejas dejen de agarrarse a divorciazos intentando escoger sofá.

— Mariano Campoy, Investigador en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB-CSIC)