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POR CULPA DE LA INVERSIÓN TÉRMICA
En una noche de verano el aire que respiramos, el que está pegado a la tierra, está caliente. El que tienes justo encima, sin embargo, está más frío.
Imagina, por ejemplo, dos botellas de agua y qué pasaría si se pone una encima de otra: el agua de las dos botellas se mezcla debido a un proceso llamado convección.
Esto es lo que le sucede al aire en verano, que se va renovando por otro nuevo de las capas superiores.
No obstante, en las noches de invierno, las temperaturas bajan bastante, mientras que por el día estamos teniendo mucho sol que calienta el aire de las capas superiores.
Así, siguiendo el mismo principio, el aire de abajo, contaminado por fábricas, coches y calefacciones, se queda atrapado por el aire caliente de capas superiores.
Esto significa que si sigue haciendo buen tiempo durante el invierno continuaremos respirando una gran cantidad de las partículas en suspensión que llenan nuestra ciudad.
Así que crucemos los dedos para que el mal tiempo, con unas nubes y un poco de lluvia... o de nieve, no solo sea cosa de unos días.