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VARIOS ANIMALES SABEN SEÑALAR CON EL DEDO
"Cuando apuntas con el dedo, recuerda que tres dedos te señalan a ti", reza un proverbio inglés, aludiendo a la noción popularmente extendida del gesto de señalar y "acusar" a alguien con el dedo índice derecho y el puño cerrado es una muestra de mala educación. Pero lo cierto es que este rudo gesto esconde una historia evolutiva mucho más extensa de lo que imaginamos y que podría hacer inmerecida su mala fama.
Según demuestra un estudio de la Universidad Pompeu Fabra que se publicó en la revista Speech Communication, el gesto de señalar es el primer movimiento comunicativo que los humanos somos capaces de entender y producira la edad de nueve meses, mucho antes de hablar, cuando apenas balbuceamos ¿El mensaje? Llamar la atención de quienes nos rodean sobre algo que deseamos, sobre un peligro o incluso sobre un acontecimiento divertido que queremos compartir con nuestros acompañantes.
Es decir, traducido en palabras podría ser sencillamente: "Mira eso". Y es un claro signo de inteligencia compleja, que según los expertos representa el punto de partida del uso de símbolos.
Tanto es así que existen animales especialmente listos capaces de apuntar en una dirección, como es el caso del cuervo común (bastante inteligente), tal y como demostraron ornitólogos del Instituto alemán Max Planck. Las aves lo usan para señalar a sus parejas ramas singulares, piedras o pedazos de musgo.
Los canes no señalan, pero interpretan como ningún otro ser vivo lo que significa que un dedo humano apunte en una dirección. Algo similar les sucede a los elefantes salvajes, y sin necesidad de que nadie les adiestre, tal como demostró el biólogo Richard W. Byrne con una manada de paquidermos en Zimbabwe. Cuando Byrne y sus colaboradores le señalaban dónde había fruta, los elefantes cogían lo señalado el 67,5% de las veces. Un porcentaje alto teniendo en cuenta que en este mismo tipo de pruebas los bebés lo hacen con éxito en un 72,7% de las ocasiones. Quizá se deba, dicen los científicos, a que son mamíferos tremendamente sociales.
Hay casos aún más sorprendentes en el mundo animal, como el de Kanzi, un bonobó a cargo de la organización Great Ape Trust que, si bien no sabe hablar, usa un libro con símbolos y lexigramas en el que ha aprendido, a través de la exposición al lenguaje hablado, a asociar palabras con dibujos. Su vocabulario incluye más de 3.000 términos en inglés. Y puede comunicar mensajes -normalmente sencillas peticiones, indicando un objeto o acción que desea- colocando sus dedos sobre los símbolos.
Además del gesto de señalar, hay otras señas que usamos desde la más tierna infancia y que compartimos con nuestros parientes simios más cercanos. Por ejemplo, Frans de Wall ha identificado que tanto hombres como primates usan la mano abierta para pedir alimento o solicitar ayuda o apoyo.
Sea como fuere, hay algo de lo que no cabe duda: los gestos guardan una estrecha relación con el habla. Es más, si en un momento dado se nos olvida una palabra podemos usar la gesticulación a nuestro favor y empezar a mover nuestras manos para facilitar que el cerebro acceda a la palabra buscada, según demostró hace poco Elena Nicoladis, de la Universidad estadounidense de Alberta. Dicho de otro modo, gesticulando hablamos mejor, con más fluidez y riqueza de vocabulario.