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UNA PAREJA DE CALIFORNIA LO EXPERIMENTÓ
En Octubre de 2011, una pareja de profesores y educadores infantiles de California tuvo su tercer hijo. Como en sus dos embarazos anteriores la criatura pasó una temporada en la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales). Durante la estancia en incubadora la madre decidió extraer una cantidad ingente de leche materna para almacenarla en un gran congelador independiente en su casa con restos anteriores.
Cuando la familia numerosa tuvo que organizar la mudanza, nadie les garantizó no romper la cadena de frío y decidieron hacer un infructuoso experimento. El padre consumiría los más de 50 litros almacenados como dieta única, sin agua y documentándolo en un blog. El experimento fue un absoluto fracaso. ¿Qué pasó?
Al tercer día, Curtis abandonó la prueba por las presiones de medios, bancos de leche y la comunidad científica. Los comentarios del blog, las amenazas e incluso la crítica internacional asustaron a la pareja y cerraron el blog, rompiendo un experimento que cautivó el interés de otra comunidad de científicos algo más escéptica. ¿Puede un adulto vivir solo alimentándose de la leche materna?
Curtis había planeado bien su plan de consumo. Según su complexión, necesitaba un mínimo de dos litros de leche materna para satisfacer las 2.000 calorías diarias. Dependiendo del tipo de calostro (grasa y contenido) de la leche. Calculó que el aporte calórico medio por cada 100 gramos era de 96 a 114 calorías. El primer día Curtis bebió 1.232 gramos y no sintió hambre, simplemente se quedó satisfecho. El segundo día, bebió casi dos litros y comentó:
“Cada sobre tiene un sabor diferente. El hambre es casi inexistente y se manifiesta sobre todo como sed. Consigo saciarla consumiendo una toma de 500gr que me mantiene satisfecho de 2 a 4 horas. Me siento bien, feliz con la panza llena, y siento que el experimento va a ir bien”
Científicamente, se puede vivir consumiendo leche materna una gran temporada; pero no para siempre. La naturaleza es sabia y fabrica un compuesto especialmente diseñado para elementos en fase de desarrollo, no para adultos consolidados. Sin contar que la gran cantidad de grasa de su composición traería pronto problemas vasculares y metabólicos, otras deficiencias serían aún más peligrosas.
La composición de Hierro y Zinc no está lo suficientemente adaptada para una dieta adulta. A la larga, los ataques de anemia serían bastante recurrentes. El zinc es un mineral esencial para la síntesis de proteínas y ayuda a regular la producción de células en el sistema inmunológico. Su carencia produciría trastornos en el cabello, la piel, la próstata, degradación de los tejidos corporales y hasta la muerte.
Otra carencia (cantidad insuficiente) importante es de vitamina B1, indispensable para la metabolización de hidratos de carbono, para la salud ocular y la absorción de la glucosa. Si dejamos de consumir o sintetizar esta vitamina, nuestros trastornos irían desde unos pequeños hormigueos o descoordinación física pasando por los peligrosos ataques de glaucoma hasta llegar al Síndrome de Wernicke-Korsakoff; una enfermedad cerebral que produce una pérdida grave de la memoria. Nada recomendable.
¿Y qué pasa si es la madre la que consume su propia leche? ¿Podría sobrevivir Ad eternum sin consumos externos? Esta pregunta circula por los mismos foros imposibles que venden la máquina del movimiento perpetuo. Es evidente que aquí chocaríamos también con elementales leyes de la termodinámica y la conservación de la energía. Además, de lo ya demostrado a largo plazo la mujer tendría que contrarrestar un gasto energético añadido.
Una sola mujer produce como mucho 850 ml. de leche al día. Muy lejos de los 2.000 necesarios para su supervivencia. Además, la producción de leche materna supone un gasto ingente de grasa y energía de las reservas del cuerpo. Sin aporte exógeno la misma naturaleza cerraría el grifo de la producción. En resumen, si el experimento lo hace antes la madre el resultado sería más peligroso e infructuoso que en su pareja.
Las lecciones más importantes del experimento frustrado de Curtis y Katie vienen por la radicalización del movimiento lácteo. Tanto partidarios como detractores de la lactancia materna se enzarzan continuamente en una lucha sin sentido por la autoría de una verdad universal inexistente.
La lactancia materna no es ni buena ni mala... simplemente es llos beneficios de la lactanciaiático partidario del movimiento “respira aire” o “bebe agua en vez de gaseosa”. No tiene mucho sentido.
La leche materna no es la panacea, o el bálsamo de fierabrás que lo cure todo. Tampoco es una medicina, ni un tratamiento. Es la primera dieta natural del ser humano. Su práctica es, en esencia, parte de nuestro manual de instrucciones para una conducta saludable y es en la carencia forzada donde pueden surgir las limitaciones y malos desarrollos.
Hay un error de concepto de la comunidad científica en enfocar los beneficios de la lactancia y no subrayar sólo los perjuicios de su carencia. Culpabilizando a las madres que por un motivo u otro no han podido ejecutar sus instrucciones genéticas y destinando demasiados fondos a estudios obvios en vez de a enseñar y procurar un marco adaptable para que toda madre pueda ejercer el derecho irrenunciable de esa práctica.