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¿MAMÍFERO, INSECTO O BACTERIA?
Además de en Física, Stephen Hawking es especialista en predicciones apocalípticas. Su última mención a un catastrófico final tuvo lugar en enero, durante una de las conferencias radiofónicas 'Reith Lectures', organizadas por la BBC. El científico afirmó que las probabilidades de que ocurra un desastre global aumentan con el tiempo, y que casi seguro se producirá durante los próximos mil o diez mil años.
Lo que Hawking no ha especificado es qué ocurrirá cuando se cumplan sus augurios. Si una debacle provocara la extinción de la raza humana dentro de algunos miles de años (y siempre que ésta no cause antes una extinción masiva), ¿qué especie ocuparía su lugar dominante en la Tierra? ¿Se convertiría el paisaje terrestre en un reflejo de ‘El Planeta de los Simios’?
Desgraciadamente para los primates, no las tienen todas consigo. Si una catástrofe fuera tan devastadora como para erradicar al ‘Homo sapiens’, difícilmente resultaría menos agresiva con sus parientes más próximos, que comparten la mayoría de sus características fisiológicas y necesidades vitales.
Tampoco sería muy probable que se libraran de una pandemia debido a su parecido con los humanos. Además, muchos de ellos se encuentran ya amenazados o en peligro de extinción.
Aunque es imposible saber con certeza quiénes serán nuestros sucesores (de momento no podemos ver el futuro), el pasado revela algunas pistas útiles.
Así, las bacterias fueron las primeras habitantes del planeta, sin embargo, y pese a caracterizarse por su abundancia, nunca se han convertido en las reinas de la Tierra, como tampoco lo han hecho los nematodos (los animales más numerosos del planeta). Por lo tanto, multitud no es sinónimo de dominio.
En realidad, una extinción masiva no sería un evento extraordinario. Al largo de la evolución se han producido cinco, seguidas de una rápida proliferación de diferentes formas de vida y nuevas especies que no se parecían en nada a sus predecesoras.
Por ejemplo, los pequeños mamíferos que poblaron la Tierra después de la desaparición de los dinosaurios (hace unos 65 millones de años) se parecían poco a los enormes osos de las cavernas, mamuts y ballenas que habían resultado de su evolución.
Sin embargo, el evento que causó la erradicación de los grandes reptiles no ha sido el más mortífero de la historia. La extinción del Pérmico ocurrió hace unos 250 millones de años y acabó con el 95% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres.
Ni siquiera los pocos supervivientes permanecieron inmutables. Un equipo de científicos de la Universidad de Lincoln en Estados Unidos que estudió los fósiles de los anomodontos, un grupo de reptiles que sobrevivieron al evento, ha demostrado que estos organismos dejaron de evolucionar. Sugieren que sus hallazgos contradicen la idea de que los organismos remanentes a una catástrofe encuentran ventajas ecológicas y evolutivas.
Así, según estos expertos, “la recuperación de las extinciones masivas es impredecible”. Así que no vale la pena imaginarse a un ejército de hormigas colonizando el globo (aunque hay más de 14.000 especies capaces de influir enormemente en el ecosistema). Lo más probable es que todavía no conozcamos al animal que dominaría la Tierra en nuestra ausencia... ni lleguemos a conocerlo.