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CAUSAS VARIADAS A EXAMEN
Gorriones, estorninos, alondras, perdices grises y otras 36 especies no protegidas han experimentado una catastrófica disminución en el Viejo Continente. Un estudio de la Universidad de Exeter publicado en la revista Ecology Letters certifica la caída en picado a la vez que alerta de que, a este ritmo, a finales de siglo pueden desaparecer poblaciones de aves que hasta hace poco eran consideradas casi plagas.
El asombroso declive aviario responde exclusivamente a causas antropogénicas: el hombre es el culpable por acción u omisión de diezmar las principales especies que sobrevuelan Europa.
En primer lugar es evidente que el deterioro del medio rural en detrimento del urbano ha supuesto una destrucción de gran parte del hábitat natural de decenas de especies, pero esto no es motivo suficiente para tamaño exterminio cuando, además, gorriones y estorninos son especies que se adaptan muy bien a la ciudad. La causa principal de su desaparición hay que buscarla más bien en la acción del hombre contra el alimento principal de todos estos pájaros.
Las fumigaciones en zonas costeras y urbanas para luchar contra los molestos insectos han terminado también con el alimento de cientos de especies -fundamentalmente golondrinas y vencejos-, que son incapaces de criar en estas condiciones si no logran adaptarse a nuevos alimentos.
Por otra parte, los selectivos planes de protección de especies no han tenido en cuenta este brutal deterioro de los ejemplares más comunes, perjudicando su nivel de protección y poniendo el punto de mira solo en especies en peligro de extinción. De hecho, muchas de las poblaciones de aves protegidas han experimentado un aumento durante este gran periodo de caída en las más comunes: las cifras de cuervos, buitres y alcaravanes son mayores ahora que hace tres décadas.
Pero es en la agricultura donde encontramos los principales motivos de ruina en casi todas las especies vulgares. El modelo de explotación moderna con avanzadísimos plaguicidas, inofensivos para el hombre pero con gran eficiencia contra los insectos, logra maximizar la producción a costa de acabar con el alimento de estas especies en todos los campos de explotación agrícolas y alrededores.
Solo una política europea conjunta en los niveles de protección de especies comunes y no tan comunes, así como en los modelos de producción agrícola, lograría no solo minimizar las pérdidas en futuras décadas sino recuperar el daño que esta catástrofe ha hecho ya en la evolución de la cadena trófica.