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ARRANCA LA TEMPORADA DE PERTURBACIONES TROPICALES

¿Quién pone los nombres a los huracanes?

No es cierto que todas las tormentas devastadoras lleven nombre de mujer, ni que exista una historia de poso machista tras esa afirmación: en realizad, los huracanes y ciclones están bautizados desde antes de nacer gracias a unos listados aceptados internacionalmente y que se suceden cada año.

Foto aérea de `Nadine´ AEMET

Posiblemente, cuando leas esto estén naciendo Gabrielle o Humberto, dos huracanes cuyos nombres asignados son los siguientes en la lista correspondiente. Porque para este 2013, como cada año, hay un listado rotatorio con 21 nombres, 10 de hombre y 11 de mujer designados para el área atlántica, la más activa ahora mismo.

Justamente, así se eligen los nombres de estos fenómenos meteorológicos que, cada año, arrasan algunas zonas de nuestro planeta: catálogos cerrados de nombres que resultan familiares a los habitantes de las zonas afectadas -en el ejemplo puesto, el área Atlántica y caribeña- que se van alternando.

En total, en el caso atlántico, seis listados para bautizar, con ambos sexos de forma alternativa, y cada uno empezando con una letra del abecedario. La lista usada este año volverá a usarse en 2019; y, así, sucesivamente.

De esta forma, antes que Gabrielle o Humberto llegaron Andrea, Barry, Chantal, Dorian, Erin y Fernand, ninguno de ellos con vientos de más de 100 kilómetros por hora y que apenas trajeron consecuencias.

Las grandes tormentas empiezan por estas fechas, como pasó con el Katrina o con Sandy, por citar sólo dos ejemplos conocidos -que lo son porque, además de a los países caribeños, afectaron frontalmente a EEUU-.

De hecho, todo es una cuestión geográfica. A una tormenta de este tipo, se le llamará huracán si se origina en el Atlántico Norte, el Caribe o el Pacífico Este. Se le llamará ciclón tropical si se origina en los trópicos; y, tifón si se origina en el Índico o en el Pacífico occidental.

Las características para dar el paso de tormenta a alguno de estos estadios más temibles es común: superar de forma sostenida los 120 kilómetros por hora y, a partir de ahí, se establecen categorías de intensidad que vuelven a ser diferentes.

Y, en estas tres grandes áreas geográficas, hay un total de diez áreas de influencia, donde los nombres son diferentes para adecuarlos a los idiomas locales. La finalidad es conseguir que los nombres sean sencillos para la población, de forma que se pueda informar sobre ellos de una forma accesible y comprensible.

Por ejemplo, Zimbabwe ha propuesto para este año dos nombres para el listado de su zona, Haruna y Onias, Camboya ha propuesto nombres como Bopha o Maysak y en el área nororiental del Pacífico hay un Kiko y un Manuel.

El modo de funcionamiento de esas listas varía según las zonas: en algunos casos las listas son rotatorias con mayor o menor plazo, en otras se añade una lista auxiliar por si hay más fenómenos de los previstos, con letras del alfabeto griego por ejemplo, o se añaden al nombre cuatro dígitos con información extra.

Entonces, ¿no podré nunca ver un huracán con mi nombre en ese listado?

Sí, si hay una tragedia: las listas son cerradas, pero cada vez que uno de esos gigantescos fenómenos causa una desgracia, el nombre se retira para no herir la sensibilidad de los afectados y que nunca más vuelva a haber uno con ese mismo nombre. Así las cosas, nunca más habrá un huracán Katrina (retirado en 2005), ni un Ike (retirado en 2008).

El primer retirado fue Carol, en 1954, tras matar a 68 personas y llegar desde las Bahamas hasta Nueva York, y el más reciente Sandy, el año pasado, que dejó 287 víctimas mortales. Entre los recientes, el ciclón tropical Nargis pasará a la historia por su devastación y dejar más de 138.000 muertos en Birmania hace cinco años.