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EL TEMOR NOS HA AYUDADO A SOBREVIVIR Y EVOLUCIONAR

No tengas miedo (si tu mente te deja)

Halloween ya ha pasado. Ese momento del año en que algunas partes del mundo (EEUU) se disfrazan de cosas que dan miedo y otras partes del mundo (el resto) copian la costumbre. Pero aunque esta noche hayas visto cosas terroríficas no temas: hasta las criaturas más temibles, ficticias o reales, ayudan a los humanos. De hecho, el miedo en sí, nos ha hecho lo que somos.

En Halloween la casa del terror de 'The Walking Dead' llegará a los parques temáticos de Universal. AMC

¿Quién no ha tenido miedo de la oscuridad? ¿A los agujeros? ¿A los monstruos? Detrás de cada miedo suele haber una explicación, y una identificación psicológica. La mayoría de miedos, en mayor o menor miedos, son comunes, sociológicos, incluso evolutivos. Lo que varía es la intensidad al sentir ese miedo: desde gente que puede controlarlo hasta quien lo ignora por completo... y quien sucumbe.

Pero en nuestros peores miedos hay grandes ventanas de ayuda. Por ejemplo, el miedo a los agujeros es algo muy extendido, y tiene que ver con nuestras herencias cognitivas: temer los agujeros nos ha ayudado a sobrevivir y evolucionar a lo largo de la historia, cuando el ser humano no controlaba su entorno natural y era presa fácil de otros depredadores, según recientes estudios.

¿Cómo dices? ¿Que a ti no te dan miedo los agujeros o que nunca te lo has planteado? Mira a ver si esto te inquieta para comprobarlo.

Miedos hay tantos como personas, incluso algunos que a los demás les pueden parecer absurdos. Pero un miedo muy recurrente es a lo desconocido, ante lo cual nuestro prudente cerebro reacciona con extrema alerta: aumenta el pulso, la oxigenación, se dispara la adrenalina... Es una respuesta física a un estímulo mental para que reaccionemos de forma irracional, instintiva y puramente física, ya sea gritando, corriendo o incluso golpeando.

Tenemos, por ejemplo, miedo a las arañas: algunas (pocas) atacan y son peligrosas, incluso mortales. Pero experimentamos una especie de repulsión por ellas, como por muchos insectos, la mayoría de ellos inofensivos. Ya se encarga normalmente la naturaleza de hacer cosas tan paradójicas como pintar de colores chillones, a modo de advertencia, a las especies más peligrosas, o de hacer grotescas a otras que, por el contrario, no pueden dañarnos.

Pero el miedo está en nuestros genes: por eso muchos primates, nuestros parientes, también temen a las serpientes, por ejemplo. Nuestro cerebro, como el suyo, está programado para tenerles miedo.

El miedo a veces se equivoca. El veneno de araña, por ejemplo, se está estudiando como posible calmante.

Incluso en nuestra educación el miedo es un factor importante: es un valor que se enseña, el de tener miedo, como preparación al mundo real. Y más allá de ese aprendizaje, el miedo es también una forma de ocio. Y por eso inventamos Halloween como fiesta, y los monstruos como 'miedo controlado'. Son, en cierto modo, una representación de lo que no conocemos y nos atemoriza que, a través de la cultura y la costumbre, desmitificamos y controlamos.

Sólo así se explica que un grupo de científicos dedique su tiempo a entender, por ejemplo, cómo sería el cerebro de los zombies.