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DIFERENCIAS EN EL CEREBRO
Son capaces de detectar mentiras y de reconocer las caras de las personas con las que conviven. Si bien otros animales domésticos pueden presumir también de una inteligencia considerable —como los gatos o las mismísimas cabras—, no es de extrañar que los humanos pensemos que los perros son especialmente listos.
Sin embargo, parece que no todos los dueños tienen en casa a un Einstein peludo. Un reciente estudio de la Universidad de Arizona ha demostrado que el tamaño del cuerpo adulto y, por tanto, del cerebro influye en las capacidades cognitivas de los canes.
Según el trabajo, los perros más grandes (como los imponentes grandes daneses) obtienen mejores resultados que otras razas más pequeñas (como los adorables chihuahuas) en algunos de los indicadores utilizados para evaluar las funciones ejecutivas del cerebro. Se trata de un conjunto de habilidades relacionadas con la respuesta nuevas situaciones y el control de procesos emocionales y del comportamiento.
En concreto, los científicos han descubierto que los canes más corpulentos tienen mejor memoria a corto plazo y autocontrol que los de menor talla. “El debate está en por qué, necesariamente, el tamaño del cerebro y la cognición están relacionados”, ha señalado Daniel Horschler, investigador en antropología y autor principal del estudio
El tamaño importa, pero ¿cuánto?
Horschler y sus colegas no son los primeros en hacerse este tipo de preguntas. Elegir un método para evaluar y comparar la inteligencia de los animales en función de la anatomía cerebral es una de las principales dificultades a las que se enfrentan los científicos en este campo. ¿Deben fijarse en la cantidad de materia gris? ¿En el número de neuronas? ¿O es más adecuado estudiar las relaciones entre la talla del cuerpo y el cerebro como el cociente de enfalización o la proporción cerebro-masa corporal?
“Creemos que hay algo más detrás de la relación entre el tamaño del cerebro y las habilidades cognitivas, ya sea el número de neuronas o las diferencias entre la conectividad entre ellas. Realmente nadie lo sabe todavía”, ha asegurado el coautor del estudio.
Durante la investigación, el equipo de la Universidad de Arizona analizó datos de más de 7000 perros domésticos con pedigrí de 74 razas diferentes, obtenidos de una página web de ciencia ciudadana. El portal permite a los amos enviar información sobre el desempeño de sus canes en diferentes actividades para evaluar habilidades relacionadas con la memoria o el autocontrol.
Aunque el volumen del cerebro resultó ser importante para las funciones ejecutivas, este factor no estaba relacionado con todas las capacidades. Según el psicólogo canino Stanley Coren, autor del libro ‘La fabulosa inteligencia de los perros’, pueden distinguirse en estos animales numerosos tipos de inteligencia, como la adaptativa, la espacial, la de trabajo o la instintiva, por mencionar solo algunos.
Los resultados del reciente trabajo, que coinciden con los obtenidos para primates, revelan que el tamaño del cerebro no predice, por ejemplo, el nivel de inteligencia social de los perros—que se evaluó observando cómo los animales obedecían gestos humanos— ni su capacidad para inferir y razonar.
En el futuro, Horschler quiere estudiar las diferencias que existen entre distintas variedades dentro de una misma raza, como en el caso de los caniches enanos y los grandes, que prácticamente solo se distinguen por su tamaño. Sean cual sean sus resultados, seguro que todos los amos continúan viendo a sus perros, grandes o pequeños, como los más listos del parque.