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ALGUNOS LAS LLAMAN ‘VACAS ARIAS’
En los años ’20 una pareja de naturalistas alemanes intentaron resucitar a los ‘uros’, los bovinos salvajes que poblaron el mundo en la antigüedad. El resultado: una especie que no se adapta a la vida con humanos.
Las llaman las 'vacas nazis', y no por su temperamento, aunque podría ser la explicación perfectamente. Los bovinos de Heck -que es el nombre aceptado más común- son una especie genéticamente constituida con la intención de que los uros, los bovinos salvajes que poblaron Europa y Asia en la antigüedad, volvieran a la vida.
Esa peregrina idea se les ocurrió a los hermanos Lutz y Heinz Heck, zoólogo y director del Zoo de Garten en Berlín el primero, y biólogo y director del Zoo de Hellabrunn en Múnich el segundo. Su apellido dio nombre a la criatura que 'crearon' a base de cruzar especies bovinas que, a su juicio, guardaban más características de los antiguos uros.
En toda esta historia, sin embargo, hay dos errores: ni lo hicieron buscando 'vacas nazis' ni, al final, consiguieron resucitar a los uros.
Ambos nacieron a finales del siglo XIX y, aunque acabaron afiliándose al partido de Adolf Hitler como casi ocho millones de alemanes en la década de los '40, sus pesquisas no tenían que ver con su ideología. Sí es cierto que usaron el parapeto del nazismo para dar rienda suelta a sus experimentaciones científicas, como el terrible doctor Mengele, pero en otra escala, como puede ser por ejemplo saqueando el zoo de Varsovia tras la invasión de Polonia.
La cuestión es que estos animales salvajes se extinguieron en el siglo XVII. Bueno, en parte los extinguimos, por aquello de la persecución humana, la reducción de su hábitat y, además, una serie de enfermedades. Hasta que los Heck quisieron remediarlo 'resucitándoles' en forma de una pretendida copia genética.
¿Por qué tanto interés en esta especie? Complicado saberlo, aunque con la excusa de la ideología algunos científicos hablaban de 'vacas arias', en tono despectivo, como una última locura nazi en busca de la pureza racial hasta de los animales. En cualquier caso la ocurrencia nunca ha tenido buena imagen en la comunidad científica, donde tradicionalmente han arreciado las críticas.
A los uros frecuentemente se les confundía con bueyes, incluso con bisontes, por su aspecto: pelaje negro o marrón muy oscuro, su peculiar cornamenta y su cráneo con perfil casi triangular. Físicamente los bovinos de Heck parecen una especie de toros de lidia con grandes cuernos y un solo detalle que recuerda vagamente a la extinta especie: su muy mala leche.
Hay testimonios antiguos de lo peligrosos que podían ser para cualquier animal que les rondara, incluyendo a los humanos, como pasajes de 'La guerra de las galias' o hasta en la Biblia (en el libro de Isaías, por ejemplo). Y, claro, una de las cosas que tienen los animales salvajes es que son... salvajes. Y los bovinos de Heck lo son, y bastante.
Varios medios británicos se hacían eco hace unos días del testimonio de un granjero que ha tenido que deshacerse de varios ejemplares que importó porque era imposible tratar con ellos. "A la mínima ocasión van a intentar matarte", decía.
No son los únicos animales 'obra' de los ya fallecidos hermanos Heck. También dan nombre a los caballos de Heck, otro intento de resucitar al caballo primigenio europeo, el tarpán, sin éxito. Actualmente un pequeño grupo sobrevive en estado salvaje entre Polonia y Bielorrusia, además de algunos ejemplares en zoológicos de Europa central y EEUU.