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HAY ESCLAVISMO, ROTACIÓN DE PODER Y CHOQUES 'DIALÉCTICOS'

La variada organización política animal

La política a veces puede explicarse con animales. Y no, no es una crítica gratuita a la clase dirigente, sino una metáfora de las distintas formas de gestionar los asuntos públicos con la forma en la que actúan nuestras especies vecinas. A fin de cuentas no somos tan originales ni tan modernos.

125 años de National Geographic Beverly Joubert | National Geographic

El Rey León no deja de ser una fábula fantástica en clave política. En aquella exitosa película de Disney los animales de todo pelaje se reúnen en la sabana para agachar la cerviz ante el príncipe, un inofensivo leoncito al que un mandril alza ante sus ojos.

La historia verdadera sería un poco más cruel. Sería difícil ver a rinocerontes, leones, jirafas, pukus y suricatas en armonía en un mismo espacio. De hecho, a según qué especies sería complicado hasta verlas despiertas a la vez. Y, claro, difícilmente una leona se quedaría tan tranquila si un mandril cogiera a un cachorro y lo levantara.

Pero esa costumbre de llamar 'rey' al león tiene algo de sentido: es el animal al que normalmente todos temen, el que caza a los demás. La parte alta de la cadena alimenticia... al menos hasta que mueren y los carroñeros acaban con eso.

En el reino animal las disputas políticas suelen resolverse de forma un tanto menos civilizada que en nuestra sociedad (normalmente, al menos). Algunos lo hacen a berridos para determinar qué ejemplar es el más adecuado para aparearse con la hembra ciervo, otros como las cabras montesas chocan sus cornamentas e incluso hay quien se limitan a enseñar las plumas para conseguir sus objetivos. Mensajes, violencia y belleza, la esencia de las luchas políticas.

Existe, incluso, la masa que sigue ciegamente. Más que seguir, que actúa. Basta ver un banco de peces nadando y moviéndose exactamente igual, o a una bandada de estorninos formando una inmensa nube negra cuando se preparan para migrar.

Que entre especies, e incluso dentro de una especie, hay juegos políticos es algo fácil de comprobar. Si tienes perro ve con él a un parque al que no hayas ido nunca, localiza un grupo de perros sueltos y acércate: pronto sabrás quién es el líder (o la lideresa) de la manada, quiénes son sumisos, quiénes son los exploradores y hasta si hay algún soldado entre ellos.

Pero ni siquiera en las dimensiones más crueles de la historia los humanos hemos innovado. Entre las distintas especies de hormigas es común que haya esclavistas y esclavizadas. Es el caso por ejemplo de las Polyergus con las Formica: la reina de las primeras entra en una colonia de las segundas, mata a la reina, se impregna de su olor y se dedica a poner huevos de su especie, que esclaviza a sus secuestradas congéneres y las dedica a hacer funciones que ellas mismas no hacen, como procurarse alimentación. Otra dinámica similar sucede entre las Rossomyrmex minuchae y las Proformica longiseta.

El mando itinerante

En las comunidades animales las investigaciones hechas hasta ahora para analizar el funcionamiento del liderazgo interno en manadas concretas arroja resultados diversos. Hay estudios respecto a los babuinos o lobos que muestran algo parecido a lo que suele pasar con los perros: el liderazgo es estable y suele relacionarse con el tamaño y la agresividad del animal. Hay otros estudios que muestran, sin embargo, 'gobiernos rotatorios' en otros grupos.

Es el caso de las palomas, que en una reciente investigación publicada por PNAS de Máté Nagy, zoólogo de la Universidad de Oxford, demuestra que en el caso de las palomas el líder es itinerante: el que marca el paso a los demás a la hora de comer no es necesariamente el mismo ejemplar que lleva la voz cantante a la hora de dirigir un vuelo grupal ¿Saben ceder algunos animales el bastón de mando a sus semejantes si están mejor preparados para otras lides? Es algo que hacen ejemplares tan distantes como el pez mosquito o las ya citadas suricatas.

Y ahora, la pregunta que quizá se haría George Orwell al escribir su Rebelión en la granja: ¿Hay, por tanto, vinculación entre el comportamiento político de los humanos y la forma en la que los animales se regulan internamente y respecto a otros? Por lo pronto, sí tienen su propia 'espiral del silencio': los habitantes del África negra suelen tener casi más precaución con los hipopótamos, extremadamente violentos, que con los propios leones.