FALTAN ESTUDIOS

¿Es efectivo el uso de cannabis en menores con cáncer? Estas son las consecuencias

Uno de sus principios activos ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de pacientes con tumores, pero ¿se lo darías?

Cannabis medicinalKimzy Nanney para Unsplash

Recurrir a la marihuana en medicina no es nuevo. Existen registros de su uso ya hacemás de 4.000 años: en Egipto, por ejemplo, se reducir los dolores propios de las hemorroides. Este vegetal contiene 489 componentes diferentes, pero, pese a su mala fama, menos del 20% de estos son los cannabinoides, entre los que se encuentra el delta-9-tetrahidrocannabinol o THC, el principal psicoactivo de la marihuana.

Desde hace al menos diez años, muchos menores de edad son tratados con diferentes variedades terapéuticas de marihuana después de un proceso de modificación genética que evita que la semilla produzca tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente psicoactivo de la marihuana. Se ha utilizado en casos de Trastorno del Espectro Autista y también en pacientes con problemas de ansiedad y dificultades cognitivas.

Esto se debe a que la mayoría de los compuestos de la marihuana que no son psicoactivos, tienen un efecto en los neurotransmisores que afectan al control motor, el aprendizaje, las emociones y a la conducta. Uno de ellos es el cannabidiol o CBD. Es anticonvulsivo, antiinflamatorio, es analgésico y atenúa movimientos involuntarios y espasmos en aquellos con esclerosis múltiple. También se utiliza en casos de artritis reumatoide. Y, finalmente, reduce náuseas y vómitos en pacientes con cáncer.

Claro que todo esto es en personas adultas, pero su efecto en menores es mucho más complejo. No solo porque se trata de sujetos cuyo cerebro aún está en formación sino porque realizar estudios en menores de edad es legalmente espinoso. Por ello no es extraño que los oncólogos pediátricos sean cautelosos a la hora de autorizar el cannabis para sus pacientes dada la escasez de datos para informar sobre la dosificación, la selección del producto y el control de seguridad.

Hay evidencias científicas de su utilidad en casos de epilepsia: un estudio publicado en Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics señala su utilidad en aquellos casos en los que el tratamiento habitual suele ser antidepresivos. Una de las revisiones más concienzudas del uso de CBD en menores ha sido publicada en Nature. De acuerdo con sus conclusiones, "el cannabidiol se asocia con una reducción del 50% en la tasa de convulsiones (…). Ha mostrado efectos positivos en quienes sufren deterioro cognitivo, anomalías motoras y conductuales. Recientemente se han informado otras presentaciones de epilepsia e indicaciones adicionales, como autismo y enfermedad inflamatoria intestinal. La sustancia no psicoactiva cannabidiol (CBD) se utiliza para estas indicaciones, mientras que las náuseas y los vómitos inducidos por la quimioterapia se tratan con el psicoactivo D-9-tetrahidrocannabinol (THC) y sus análogos. Sin embargo, a pesar del mayor uso en niños, existen datos limitados sobre su seguridad y eficacia en esta población para esas diferentes indicaciones". Y esa es la clave: hay muy pocos estudios. Al menos los había hasta ahora.

Un análisis reciente, liderado por Lauren E. Kelly, de la Universidad de Manitoba y publicado por la Sociedad Estadounidense de Cáncer, comparó todos los estudios publicados hasta la fecha vinculados a menores y uso de cannabinoides en cáncer, en total 19 estudios con casi 2.000 niños y niñas menores de 14 años. Las conclusiones del equipo de Kelly señalan que falta evidencia para determinar la dosis, la seguridad y la eficacia de la marihuana medicinal o los productos que contienen cannabis para controlar los síntomas que experimentan los niños con cáncer.

Los productos estudiados incluyeron cannabinoides de grado médico (como el medicamento recetado nabilona), cannabinoides sintéticos y extractos de hierbas de cannabis no especificados. En general todos ellos se recetaban para tratar las náuseas y los vómitos inducidos por la quimioterapia.

En los ensayos controlados aleatorios, los pacientes que consumieron cannabinoides tenían más probabilidades de experimentar somnolencia, sensación de euforia, mareos y sequedad de boca. Además, los participantes del ensayo que recibieron cannabinoides tenían casi cuatro veces más probabilidades de abandonar el estudio debido a eventos adversos, en comparación con el grupo de control que recibió placebo. Aunque sí es cierto que en ninguno de los estudios se registraron casos de efectos adversos graves relacionados con el cannabis. Obviamente en ninguno de los estudios se les daba a fumar marihuana, esta se administraba en diferentes formatos, ya sea mediante aceite, pastillas u otras opciones.

El gran problema que identificó el equipo de Kelly fue que en la mayoría de los estudios no se describía adecuadamente el tipo de fármaco, la dosis, las frecuencias y las vías de administración. Más aún, los resultados no siempre se podían reproducir.

"Fue difícil medir el beneficio entre los estudios, dada la variedad de resultados y diseños diferentes – concluye Kelly-. Sin embargo, en estudios de intervención con grupos de control activo, los cannabinoides tuvieron mejores resultados en el control de las náuseas y los vómitos. Faltan datos sobre los efectos de los cannabinoides sobre el dolor, el estado de ánimo, el sueño y la calidad de vida relacionada con la salud. Dado que algunos niños informan beneficios y otros experimentan eventos adversos, es fundamental que se realicen estudios más rigurosos que evalúen los efectos de los cannabinoides en niños con cáncer y se compartan con los padres, los pacientes y la comunidad de atención médica".