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DIAGNÓSTICOS ERRÓNEOS
Los expertos se daban cuenta del error después de que los síntomas neurológicos y cognitivos desaparecieran por completo tras medicar a los pacientes.
Es cierto que a medida que envejecemos, las probabilidades de sufrir deterioro cognitivo aumentan de forma natural. Sin embargo, según un trabajo publicado en The American Journal of Medicine, hasta el 13% de los casos estarían mal diagnosticados, y tienen posible tratamiento.
Un ejemplo de ello es una enfermedad reversible que se confunde con el Alzheimer y el Parkinson pero que realmente ocurre en el hígado, no en el cerebro. Hablamos de la encefalopatía hepática. Te contamos los detalles.
El informe de The American Journal of Medicine reveló que la encefalopatía hepática puede ser más común de lo que se pensaba anteriormente. Investigadores de la Virginia Commonwealth University y el Centro Médico de Asuntos de Veteranos de Richmond, en Estados Unidos, analizaron datos recopilados entre 2009 y 2019, de 68.807 pacientes diagnosticados con demencia.
Los resultados de las pruebas que evalúan la salud del hígado (conocidas por las siglas FIB-4) revelaron que 12,8% de estos individuos presentaban indicadores sugestivos de cirrosis y potencialmente padecían encefalopatía hepática.
¿Y por qué se confunde con el Alzheimer y el Parkinson? La persona que lo sufre comienza a sentirse cansada, confundida, somnolienta y desorientada. A priori, síntomas como estos sugieren que algo no está bien en el cerebro y la demencia es la opción que más se baraja. Sin embargo, el problema, como mencionábamos, viene del hígado.
Los expertos se daban cuenta del error después de que los síntomas neurológicos y cognitivos desaparecieran por completo tras medicar a los pacientes, ya que si se tratase de Alzheimer o Parkinson esos síntomas permanecerían.
Tal y como recoge el medio BBC, el hepatólogo Raymundo Paraná, profesor de la Universidad Federal de Bahía, explica que la encefalopatía hepática es una intoxicación del cerebro por sustancias que deberían haber sido metabolizadas por el hígado.
El hígado es fundamental en los procesos de digestión y también "degrada" o metaboliza elementos tóxicos que pueden ser perjudiciales para el resto del organismo. Estas moléculas luego se desechan en la orina o las heces.
Cuando el hígado está enfermo y dañado por un virus, exceso de grasa, alcohol u otras sustancias nocivas, deja de funcionar como se esperaba.
En consecuencia, ciertas moléculas que deben filtrarse y desecharse permanecen en el cuerpo y pueden terminar en el cerebro, donde perjudicarán la atención, el razonamiento y la memoria.
Cuando el hígado funciona mal, también se ven afectados otros tejidos, incluyendo riñones, páncreas, corazón y por supuesto el cerebro. Por ello, los investigadores recuerdan la importancia de priorizar la salud del hígado, dado que un perjuicio de la misma tiene efectos mucho más allá.