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REDUCCIÓN DE PESO AÑOS ANTES DEL DIAGNÓSTICO
Un reciente estudio señala el riesgo para más de 55 millones de personas.
Todos los organismos, globales y regionales de salud, advierten que la demencia es un problema creciente de salud pública. El número de personas con este trastorno se estima actualmente en 55 millones y seguirá aumentando drásticamente en todo el mundo para 2050.
En el contexto de una población que envejece rápidamente y en el que la edad avanzada es el factor de riesgo más importante para la demencia, centrarse en la prevención puede ser la mejor estrategia para reducir la incidencia de esta enfermedad. Una opción para ello es profundizar en el índice de masa corporal (IMC) como medida de la obesidad que también es una epidemia mundial creciente y, aquí está la clave, se ha asociado con un mayor riesgo de demencia. El problema es que el vínculo entre el IMC y el riesgo de demencia sigue siendo un tema de debate. Conocida como la "paradoja del IMC en la demencia" tener sobrepeso en la mediana edad se ha asociado con un mayor riesgo de demencia en la vejez, mientras que tener sobrepeso en la vejez, se relaciona con un riesgo menor de demencia.
Uno de los grandes obstáculos para profundizar en este tema es el tiempo necesario para realizar este tipo de estudios y el extenso período asintomático de la demencia: durante años puede no detectarse, aunque haya comenzado.
Las mujeres con demencia que forman parte del Proyecto de Epidemiología de Rochester (un estudio que incluye decenas de miles de personas que comparten su historial clínico con universidades) muestran una reducción de peso entre 11 y 20 años antes del diagnóstico de demencia. El estudio Whitehall II (que realiza un seguimiento en 10.000 británicos desde 1971) ha confirmado estos hallazgos.
Afirmar entonces que la reducción de peso es un indicador de demencia sería lógico… pero no es tan sencillo. La clave, según un reciente estudiopublicado en 'Alzheimer's & Dementia: The Journal of the Alzheimer's Association' es el aumento y disminución de peso periódico, más que solo un aumento o una reducción. Los autores, liderados por Rhoda Au, analizaron datos del Framingham Heart Study (2.405 voluntarios a los que se les realizó un seguimiento durante 39 años y cuyo peso se evaluó cada 2 a 4 años). Los investigadores compararon diferentes patrones de peso (estable, aumento, pérdida) y los confrontaron con quienes sufrieron demencia. Y efectivamente fueron las variaciones de peso los indicadores más acertados.
"Estos hallazgos son importantes porque estudios previos que observaron las trayectorias de peso no consideraron cómo los patrones de aumento/estabilidad/pérdida de peso podrían ayudar a indicar que la demencia es potencialmente inminente – concluye Rhoda Au en un comunicado– . Si después de un aumento constante de peso que es común a medida que uno envejece, hay un cambio inesperado hacia la pérdida de peso después de la mediana edad, sería bueno consultar con nuestro médico y determinar por qué. Están surgiendo algunos tratamientos potenciales en los que la detección temprana podría ser fundamental en la eficacia de cualquiera de estos tratamientos a medida que se aprueben y estén disponibles".
Los investigadores esperan que este estudio ponga en evidencia que las semillas del riesgo de demencia se siembran a lo largo de muchos años, probablemente incluso durante toda la vida. "La demencia no es necesariamente inevitable y controlar los indicadores de riesgo, algo tan sencillo como los patrones de peso, podría ofrecer oportunidades para una intervención temprana que puede cambiar la trayectoria del inicio y la progresión de la enfermedad", concluyen los autores.