FENÓMENO INÉDITO

Gigantesca y extraña aurora vista desde la Tierra por primera vez

Las auroras se forman cuando partículas cargadas que fluyen desde el Sol chocan e interactúan con el campo magnético de la Tierra.

Aurora borealiStock

La energía de las auroras borales generalmente se transforma en espectáculos de luces con cortinas verdes danzantes, imponentes pilares rojos u otros espectáculos como los que deslumbraron a los fanáticos del cielo en España durante mayo y en latitudes poco habituales.

Esto fue posible debido a una de las mayores tormentas solares que se recuerdan. Por lo general, este espectáculo luminoso es más habitual cerca del Círculo Polar Ártico o Antártico (en este caso se conocen como auroras australes). Pero en periodos de intensa actividad solar...

Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), estas auroras aparecieron por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. Si a eso le sumamos que el Sol estaba en su pico de actividad (uno que se produce cada 11 años), estábamos en el momento adecuado en muchos factores.

Imagen del estudio | Hosokawa et al

Pero no todas las auroras son iguales. Las auroras tienen formas, estructuras y colores muy diversos que además cambian rápidamente con el tiempo. Pueden durar apenas unos minutos u horas en las que el cielo se cubre con formas distintas y brillos diferentes. Y hasta cambian los colores dependiendo de las partículas con las que interactúe el viento solar.

Pero entre todas ellas hay una que siempre ha despertado la curiosidad de los científicos: las auroras de lluvia polar, un tipo especial que se forma cuando los electrones que chocan con nuestra atmósfera provienen directamente desde la corona del Sol desde su atmósfera más externa. Estas auroras son extraordinarias debido a que rara vez los electrones que llegan a la atmósfera son suficientes como para generar un brillo. A esto hay que sumarle otros tipos de partículas cargadas que a menudo interfieren con estos electrones, dificultando aún más la formación de estas peculiares auroras.

En ocasiones, los científicos han detectado auroras polares de lluvia en observaciones realizadas desde los satélites que estudian los polos, pero solo ha sido en pequeña escala en las últimas décadas. La observación más reciente de una de gran tamaño fue en mayo de 1999, cuando el viento solar también disminuyó temporalmente. Mucho tiempo atrás, en términos tecnológicos: tanto que nuevos aparatos para analizar este fenómeno podrían permitir comprenderlos mejor.

"El estudio de las auroras de lluvia polar, por ejemplo, podría ayudar a los científicos a comprender cómo interactúa el viento solar con el campo magnético de la Tierra", explica el coautor de un estudio publicado en Science, Yongliang Zhang, físico espacial de la Universidad Johns Hopkins en Laurel.

Pero la historia de este hallazgo comenzó mucho antes. Desde 2011, el equipo liderado por Keisuke Hosokawa, autor principal del estudio, tenía una cámara robótica apuntando al cielo sobre las islas noruegas de Svalbard en el Océano Ártico, con la esperanza de vislumbrar por primera vez una aurora de lluvia polar desde el suelo. No lo logró hasta enero de 2023, cuando revisó datos de unas tres semanas antes. La aurora de ese período destacó por ser "muy diferente" de otros tipos de aurora, según el estudio.

Ahora viajemos en el tiempo hasta la noche de Navidad de 2022. En aquel día una enorme aurora iluminó el cielo a lo largo de miles de kilómetros alrededor del Polo Norte. El espectáculo de luces brindó al equipo de Hosokawa, una visión única de la elusiva aurora de lluvia polar.

A lo largo de 28 horas la habitual avalancha de partículas solares se redujo a un mínimo y los electrones de la lluvia polar cayeron sin obstáculos sobre la Tierra, creando un brillo verdoso que se extendió por más de 3.000 kilómetros a lo largo del Polo Norte. Un espectáculo visible para cualquiera que estuviera en la región.

Hosokawa comprobó imágenes de las regiones polares tomadas por satélites meteorológicos militares estadounidenses al mismo tiempo que las observaciones de Svalbard. En ellos, vio el resplandor de la aurora llenando casi todo el casquete polar norte. Había encontrado lo que llevaba décadas buscando. Ahora toca analizar toda esa información para ver si cómo se producen y si podemos anticiparlas de algún modo.