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PRODUCCIÓN CÉLULAS BETA
La clave reside en un gen que solo tenemos los humanos, algunos primates y monos como los macacos.
Comprender cómo se desarrolla el páncreas humano es crucial para permitir a los científicos producir células beta productoras de insulina en la búsqueda de curar la diabetes tipo 1. Ahora, los científicos han hecho un descubrimiento único y sorprendente: un gen esencial para la formación del páncreas en los humanos no está presente en casi todos los demás animales. Y todo se lo debemos a Tania. Pero vamos por pasos.
Las células beta del páncreas producen insulina que regula el azúcar en sangre. Todo mamífero necesita las células beta pancreáticas para sobrevivir. En la diabetes tipo 1 establecida, hay muy pocas o ninguna célula beta funcional. Y esto es responsabilidad de un gen: ZNF808.
La identificación de ZNF808 como involucrado en el desarrollo del páncreas humano fue posible gracias a que un equipo de científicos de la Universidad de Exeter examinó muestras genéticas de pacientes de todo el mundo que nacieron sin páncreas y descubrieron que todos tenían cambios genéticos que provocaban la pérdida del gen ZNF808.
En el año 2011 nacieron en el Reino Unido dos gemelas. Una de ellas se llama Tania Bashir. Pesaba sólo 1,1 kg y nació sin páncreas. "A partir de la semana 20 – explica su madre Saiqa en un comunicado -, las exploraciones semanales fueron estresantes. Nos dijeron que había muchas posibilidades de que la gemela más pequeña no sobreviviera, así que mantuvimos en secreto el hecho de que teníamos una gemela para nuestros amigos, familiares e incluso para sus otros tres hermanos".
Cuando nació pesaba tanto como un paquete de azúcar y ocupaba el mismo espacio. Inmediatamente se dieron cuenta de que tenía diabetes neonatal, pero tampoco crecía ni ganaba peso. Fueron necesarias ocho semanas de investigaciones, pruebas y exploraciones para descubrir que no tenía páncreas.
Además de no producir insulina para controlar su nivel de azúcar en la sangre, Tania, que ahora tiene 12 años, no produce las enzimas que descomponen las grasas, las proteínas y los carbohidratos en moléculas más pequeñas, como triglicéridos, aminoácidos y azúcares, para que puedan pasar a través del intestino hacia el torrente sanguíneo.
"Primero, nos dijeron que no sobreviviría hasta el nacimiento, luego que no sobreviviría las próximas semanas – añade Imran, su padre-. Recuerdo haber pensado conscientemente que no quería apegarme demasiado, porque uno de nosotros tendría que ser fuerte si ella no lo conseguía. Al final dejamos de preguntar. Normalmente se acude a los profesionales médicos en busca de respuestas, pero debido a que la afección era tan rara, simplemente no existía la experiencia en ningún lugar sobre este tema: aprendíamos sobre la marcha".
Cuando Tania tenía seis meses, la familia se conectó con el equipo de investigación de la Universidad de Exeter, que se especializa en las causas genéticas de la diabetes. Una década más tarde, mediante la secuenciación de todos los genes del ADN de Tania (una técnica llamada secuenciación del exoma completo), el equipo de Exeter ha identificado un gen crucial para el desarrollo del páncreas humano y que sólo está presente en humanos y algunos monos, pero no en otros mamíferos. La muestra genética de Tania fue una de sólo 13 niños nacidos sin páncreas que permitieron este descubrimiento.
Timo Otonkoski, coautor del estudio, publicado en Nature Genetics, afirma que "la aportación de personas nacidas sin páncreas fue fundamental para este descubrimiento. Nadie hubiera pensado nunca que este gen desempeñaba un papel en el desarrollo pancreático si no hubiéramos encontrado los cambios en este gen en estos pacientes. El objetivo final de nuestra investigación es que este conocimiento se traduzca en la capacidad de manipular células madre para producir células beta que puedan producir insulina en el laboratorio. Esa podría ser la clave para curar la diabetes tipo 1. Nuestro hallazgo es un paso importante para comprender qué hace que el páncreas humano sea único, lo que podría ayudar a avanzar en esta área".
El descubrimiento de la importancia de este gen desafía las suposiciones sobre cómo evoluciona la regulación del desarrollo. Hasta ahora, los científicos habían asumido que los genes esenciales para el desarrollo de órganos y funciones clave se conservaban a lo largo de la evolución, lo que significa que la vía genética seguía siendo la misma entre diferentes especies, desde peces hasta humanos. Sin embargo, el gen ZNF808, sólo se encuentra en humanos, otros simios como chimpancés y gorilas, y en algunos monos, como los macacos.
"Nuestros hallazgos realmente muestran la importancia de estudiar el ADN de personas con enfermedades raras para comprender cómo se desarrollan y funcionan los órganos – apunta Elisa de Franco, coautora del estudio-. Este es el único ejemplo que conocemos en el que un gen fundamental para el desarrollo de un órgano en humanos y primates no está presente en otros animales. Se esperaría que un gen que solo se encuentra en primates regulara una característica específica de los primates, como el tamaño del cerebro, pero no es el caso de este gen. Estamos inmensamente agradecidos con personas como Tania y su familia, sin ellos nada de esto sería posible".
Hoy en día, con el apoyo de sus padres, Tania lleva una vida relativamente normal, a pesar de que todavía necesita una alimentación líquida especial por sonda por la noche y utiliza permanentemente una bomba de insulina. En el futuro la opción de utilizar células madre para desarrollar un páncreas para Tania es una posibilidad que ya se está explorando.