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AVANCE DE
Un nuevo avance de la Universidad de Glasgow permite trasladar el tacto a las holografías.
Podríamos decir que todo comenzó en 1948 cuando el físico húngaro Dennis Gabor desarrolló las primeras holografías, un avance por el que recibió el premio Nobel de Física en 1971.
Vemos los objetos porque la luz se refleja en ellos, una propiedad física de la luz conocida como refracción. De esto se aprovecha, básicamente la holografía: utiliza un rayo láser que graba microscópicamente una película fotosensible y desde la perspectiva adecuada, proyecta una imagen en tres dimensiones. Si bien muchos nos hemos maravillado al ver lo más avanzado de la holografía en un concierto de Tupac (cuando el cantante “revivió” en el escenario) o en la serie Star Trek: The Next Generation, cuando pudimos conocer la holocubierta, una proyección holográfica 3D inmersiva de un entorno completo con el que se podía interactuar e incluso tocar… la realidad es que hasta ahora solo se trataba casi de imágenes en 3D y poco más. Y aún así, son utilizadas en medicinas para simular intervenciones, en educación, en arte, en deporte y, obviamente, en videosjuegos.
Pero ahora un equipo de científicos, liderados por Ravinder Dahiya, profesor de nanoingeniería y electrónica de la Universidad de Glasgow, han desarrollado un sistema de hologramas que utilizan tecnología aerohaptica. Básicamente crean la sensación de contacto con un objeto mediante chorros de aire dirigidos a los dedos, manos y muñecas de las personas. Los resultados se han publicado en Advanced Intelligent Systems.
Obviamente no es tan sencillo como suena. Para crear esta sensación de tacto, el equipo de Dahiya ha utilizado piezas comercialmente disponibles y asequibles para combinar gráficos generados por ordenador con chorros de aire cuidadosamente dirigidos y controlados. El sistema utiliza espejos para hacer que una imagen bidimensional parezca flotar en el espacio sin la necesidad de ningún equipo adicional. Los objetos son creados y controlados por un programa de software llamado Unity Game Engine, que a menudo se usa para crear objetos y mundos 3D en videojuegos. Justo debajo del objeto hay un sensor que rastrea los movimientos de las manos y los dedos de los usuarios, y una sola boquilla de aire, dirige chorros de aire hacia ellos para crear complejas sensaciones de tacto. El sistema general está dirigido por hardware electrónico programado para controlar los movimientos y la intensidad de la boquilla.
“Una de las formas en que hemos demostrado las capacidades del sistema aerohaptico – explica Dahiya en un comunicado de la universidad – ,es con una proyección interactiva de un balón de baloncesto, que se puede tocar, rodar y botar de manera convincente. La retroalimentación táctil de los chorros de aire del sistema también se modula en función de la superficie virtual del balón, lo que permite a los usuarios sentir su forma redondeada cuando gira desde la punta de los dedos, cuando la botan y cuando la sostienen en la palma. Los usuarios pueden incluso lanzar el balón con fuerza variable y sentir la diferencia entre uno y otro bote. Todo esto precisó de un trabajo muy arduo para modelar la física de la acción de botar y reproducirla con chorros de aire”.
Controlar un objeto virtual no da la sensación que experimentaríamos cuando dos personas se tocan, pero el chorro de aire, al estar controlado para expulsarlo a una determinada velocidad, durante cierto tiempo y con diferente intensidad según la zona, evita la necesidad de usar guantes específicos. Para el equipo de Dahiya, con el tiempo esto permitiría desarrollar un avatar virtual que, aunque se encuentre al otro lado del mundo, nos permita sentir su apretón de manos. Incluso podrían ser los primeros pasos para construir algo parecido a la holocubierta de Star Trek.
El próximo paso de los científicos de la Universidad de Glasgow es modificar la temperatura del flujo de aire para permitir que los usuarios sientan superficies calientes o frías. También están explorando la posibilidad de agregar aromas al flujo de aire, profundizando la ilusión de los objetos virtuales al permitir a los usuarios olerlos y tocarlos.
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