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SE ACABARON LOS MALOS SABORES
¿Comer brócoli y que sepa dulce? Puede que esto sea posible gracias a unos cubiertos capaces de cambiar el sabor del alimento que estás tomando.
Que la verdura supiera más dulce podría ser el paraíso de los niños pequeños, más reticentes a este tipo de alimentos, o de los que quieren y no pueden dejar el azúcar para ponerse a dieta. Esto podría ser posible en un futuro cercano y no hará falta crear ningún transgénico, porque quizá el secreto esté en la propia cubertería.
Un equipo de científicos de la Universidad de la City de Londres ha desarrollado un dispositivo que provoca que la comida sepa más dulce o salada, emitiendo una pequeña corriente eléctrica y térmica que estimula las papilas gustativas, provocando así que la boca perciba estos sabores incluso cuando no están realmente presentes.
El dispositivo podría encajar en los cubiertos y vasos que utilizamos habitualmente para comer. Actualmente tiene forma de pinza y no es muy grande (unos 2 centímetros), aunque para funcionar tiene que estar conectado a un procesador bastante grande que es el que produce las señales estimulantes.
Para aumentar el dulzor, el dispositivo se calienta rápidamente y estimula los receptores gustativos que reaccionan al calor. Para ello el procesador tiene un canal, llamado TRPM5, que cambia la temperatura de la lengua de 25 a 40 grados centígrados. Por otra parte, emite también una corriente eléctrica débil que se dirige a las papilas responsables de percibir los sabores salados.
Esto es lo que puede hacer, de momento, el primer prototipo. Pero los autores del estudio afirman que en futuras versiones podrán aumentar su potencial y su capacidad de alterar completamente las dietas. Es decir, que no sólo el brócoli podrá saber (simuladamente) como una tarta de chocolate, ya que quizá un filete de tofu acabe sabiendo a uno de carne...
El profesor Adrian Cheok cuenta a 'The Telegraph' que es algo que comenzó “como un experimento de ingeniería divertido que puede dar lugar a algo con mucho potencial y que puede tener un impacto social positivo”, aludiendo no sólo a su posible aplicación en las dietas, sino también a que podrían ayudar a que la gente arrincone gustos nocivos y se alimente más saludablemente.
Los autores del prototipo ya están trabajando en una cuchara y, más adelante, esperan crear otros utensilios de comer que también puedan ser controlados a través de bluetooth para que el comensal pueda regular los niveles de sabor, ya que son conscientes de que el sentido del gusto de cada persona es distinto.
“Las personas que comen mucho picante o fuman son menos sensibles a los sabores, por lo que necesitarían corrientes térmicas y eléctricas superiores”, afirma el profesor al diario británico. Parece que a Taste Buddy, como han bautizado al experimento, le queda mucho por recorrer.