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AVANCES ESPERANZADORES DE LA TECNOLOGÍA
En el 'reboot' de 'Spiderman' de 2012, el arácnido superhéroe se enfrenta a un científico convertido en lagarto gigante. El personaje representa la quintaesencia del científico-loco-con-bata-blanca que tanto daño ha hecho a las vocaciones científicas (al fin y al cabo, ningún niño en su sano juicio quiere estudiar algo que sirva para matar a Spiderman).
En la película, el Doctor Curt Connors, que así se llama el 'alter ego' del Lagarto, investiga las capacidades regenerativas de los anfibios. Su plan consiste en 'transferir' a su organismo el don autoreparador propio de los reptiles. Por azares de la trama, el experimento sale mal y el doctor Connors, ahora provisto de cola y superfuerza, decide destrozar Nueva York.
Es obvio que no hay nada ni remotamente científico en todo eso ¿O sí?
Les presento a Anthony Atala, cirujano y director del Instituto de Medicina Regenerativa de Wake Forest, en el Estado de Carolina del Norte. Atala no odia a Spiderman (que sepamos) ni pretende destruir ciudad alguna, pero sí está convencido, como el Lagarto, de que la capacidades regenerativos de los anfibios pueden ser explotadas en nuestro provecho.
Hoy por hoy, la sustitución de órganos dañados por otros sanos depende exclusivamente de la donación. Atala sostiene que, en un futuro no muy lejano, las donaciones serán innecesarias ya que podremos diseñar y construir órganos 'ad hoc'.
Lo cierto es que nuestras células sí son capaces de regenerar tejidos. Lo hacen en nuestros huesos (cada diez años) y en nuestra piel (cada dos semanas). Lo hacen cada vez que sufrimos una pequeña herida. Pero, a diferencia de los anfibios, nuestras células no son capaces de regenerar órganos grandes. Para hacerlo necesitan ayuda. Y a eso precisamente se dedica el doctor Atala: busca maneras de ayudar a las células a regenerar órganos complejos.
El equipo de bioingenieros del Instituto de Medicina Regenerativa de Wake Forest modela órganos a partir de un biomaterial inteligente que no genera rechazo. A continuación, esas estructuras, que podríamos considerar algo así como 'maquetas', son rociadas con células del mismo órgano que se pretende sustituir y colocadas en un entorno que recrea las condiciones del interior del cuerpo humano. Pasadas unas semanas, las células 'solidifican' en torno a la bioestructura, dando lugar a un órgano totalmente funcional.
El proceso es largo, complejo y extraordinariamente costoso, aunque ya hay pacientes que viven, desde hace años, con órganos desarrollados en el laboratorio de Atala.
Hoy, esas bioestructuras se fabrican en tamaños estándar. Los investigadores crean riñones S, M, L o XL, en función de la complexión física del paciente. Pero el equipo de Atala está ya trabajando en una revolucionaria tecnología que permitirá escanear el interior del organismo del receptor y crear un modelo tridimensional del órgano dañado. El escáner mandará la información a una impresora 3D alimentada por biomateriales inteligentes que imprimirá un órgano de reemplazo exactamente igual al que va a sustituir.
Pero el objetivo del doctor Atala es aún más ambicioso. En una charla TED, este visionario cirujano especuló con una tecnología, por ahora solo imaginada, que será capaz de imprimir directamente sobre el cuerpo del paciente, aplicando capas de células sobre una herida ¿Ciencia ficción? Por ahora sí. Veremos hasta cuándo.